plagio y autorÍa en lAS OBRAS DE SHAKESPEARE traducidas por R. MARTÍNEZ LAFUENTE Departamento de Filología y Traducción |
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Unos diez años antes de que Luis Astrana Marín publicara en 1929 las primeras obras completas de Shakespeare en español, salió a la luz una colección de obras del Bardo en nuestra lengua que superaba en el número de obras ofrecidas a todas las anteriores, y que a día de hoy sólo ha sido superada, atendiendo a ese mismo criterio, por la colección de Astrana Marín y el Teatro completo de Shakespeare de José María Valverde (1967-1968). Es la del hasta ahora totalmente desconocido R. Martínez Lafuente, quien firmaba la versión española de 35 dramas de Shakespeare publicados sin fecha con el título Shakespeare. Obras completas en la serie Libros Célebres Españoles y Extranjeros de la editorial Prometeo, de Valencia. Hasta la actualidad, muy poco se ha dicho sobre esta colección. Los datos aportados por los sucesivos investigadores que se han referido a ella se limitan a su fecha de publicación, a las obras que contiene y a los textos a partir de los cuales se realizaron las traducciones, y no sólo no suelen estar respaldados por evidencias, sino que además a menudo resultan contradictorios. En el presente trabajo se revisan dichos datos a fin de corregir errores, despejar contradicciones y, en definitiva, ofrecer información clara y fidedigna que represente una base sólida para futuras investigaciones. 2. Fecha de publicación de la colección El primer investigador que aludió a las traducciones de Shakespeare de R. Martínez Lafuente es Eduardo Juliá, quien en su libro Shakespeare en España: traducciones, imitaciones e influencia de las obras de Shakespeare en la literatura española (1918) situó el primer tomo de la colección en 1915 (Juliá, 1918, 260-261), el cuarto en abril de 1916 (Juliá, 1918, 99) y el duodécimo y último, indirectamente,(1) en 1918. Ricardo Ruppert y Ujaravi (1920, 37-38), en un libro que lleva el mismo título que el de Juliá, ofreció como fecha de publicación de la obra únicamente el año 1915, quizá siguiendo el índice cronológico de traducciones e imitaciones que incluye Juliá en su libro, índice en el que junto a la colección de Martínez Lafuente sólo aparece dicho año (Juliá, 1918, 260-261). Alfonso Par (1935, 138), por su parte, aportó en su trabajo de gran erudición Shakespeare en la literatura española el bienio 1917-1918, sin proporcionar más detalles. Ninguno de estos investigadores u otros más recientes, como, por un lado, Ángeles Serrano Ripoll (1984, 38-41), quien aboga por 1915, y, por otro, Laura Campillo Arnaiz (2005, 65), quien maneja 1915 (tomo I), 1917 (tomos II a X) y 1918 (tomos X a XX),(2) ha indicado los fundamentos en los que se sustenta la fecha que ha ofrecido. Una revisión de la prensa española del periodo 1915-1918, en el que se enmarcan todas las fechas anteriores, confirma que Shakespeare. Obras completas salió a la luz en 1917-1918, como había señalado Par. En marzo de 1917, se anunciaron los dos primeros tomos en tres publicaciones: la revista La Lectura («Libros recibidos», marzo de 1917), el diario El País («Libros nuevos», 2 de marzo de 1917) y la revista España («Libros y revistas», 29 de marzo de 1917). Antes de que concluyera ese año, habían aparecido los tomos III a IX según revelan diversos anuncios publicados en el diario Heraldo de Madrid («Al margen de los libros», 1 de mayo de 1917), la revista El Motín («Bibliografía», 7 de junio de 1917), el diario El País («Libros nuevos», 8 de octubre de 1917), y la revista España («Libros y revistas», 27 de diciembre de 1917). Y si bien no he localizado anuncios de los tres últimos tomos, existen dos evidencias de otra naturaleza que indican que la colección se terminó de editar en 1918. La primera es la existencia de anuncios de otras obras de Prometeo publicados a mediados de 1918 que parecen sugerir que en ese momento la colección ya había aparecido al completo, como un anuncio del diario La Voz de Menorca («Bibliografía», 10 de julio de1918) cuyos primeros párrafos rezan: «Continúa la Editorial PROMETEO de Valencia, [sic] dando a la venta obras clásicas. Después de Homero, de Esquilo, de Shakespeare y otros, he aquí los cuatro tomos en que se compendian las Obras completas de Eurípides». La segunda evidencia, tal vez más contundente, son los comentarios de Juliá sobre el tomo XII (véase la nota 1). 3. Contenido de la colección Numerosos investigadores han acertado a señalar que, pese a su título, las Obras completas de Shakespeare de R. Martínez Lafuente no contienen toda la producción del Bardo. Sin embargo, existen divergencias respecto a los trabajos shakespearianos que excluyen. Según Juliá (1918, 51, n. 3; 53, n. 1; 163, n. 3), estos son la obra poética y dos dramas: Titus Andronicus y Pericles. En 1920, Luis Astrana Marín (1920, 230, n. 1), quien ese mismo año comenzó a publicar sus traducciones de Shakespeare, afirmó en su Libro de los plagios que era la obra poética lo que faltaba. Por último, Ángeles Serrano Ripoll (1984, 38) ha añadido a las ausencias detectadas por Juliá la del drama Henry V.(3) Los doce tomos de la colección contienen las siguientes obras:
Por lo tanto, quedaron excluidos la obra poética y los dramas Titus Andronicus y Pericles, como indicó Juliá (1918). Henry V ocupa las páginas 197 a 282 del tomo XI. 4. Idioma a partir del cual se realizaron las traducciones Frente a las divergencias expuestas en los dos apartados anteriores, llama la atención el que todos los investigadores, a excepción, quizá, de Alfonso Par, coincidan en que R. Martínez Lafuente tradujo del francés. Eduardo Juliá (1918, 53) se lamentaba del siguiente modo de tal mediación francesa: «Es lástima que la colección del señor Martínez Lafuente no haya sido hecha tampoco sobre el texto inglés [...] Las únicas [notas] que aparecen son aclaraciones de ciertos términos históricos, tomadas del original francés seguido por el traductor». Luis Astrana Marín señaló también que las traducciones se habían realizado a partir de versiones francesas: «n[o] están vertidas del inglés; sino que son una pésima traducción de una mala traducción francesa» (Astrana, 1920, 230, n. 1); sin embargo, paradójicamente, dedicaba un espacio considerable de su libro a denunciar con sólidos fundamentos que Martínez Lafuente había plagiado el Hamlet de Leandro Fernández de Moratín (Astrana, 1920, 230-236), una traducción española realizada del inglés. Alfonso Par (1935, 138, n. 1) se limitó a indicar que los textos de Martínez Lafuente no eran «versiones directas», lo que no implica necesariamente que quisiera decir que eran traducciones del francés, tal como se ha admitido en el primer párrafo de este apartado; no obstante, el hecho de que Par, quien reconocía en Juliá a un «meritísimo investigador» cuyo libro Shakespeare en España se complacía en consignar como antecesor suyo (Par, 1935, 172-173), no dé explicación alguna sobre el idioma de origen hace pensar que quería decir, en consonancia con la opinión manifestada por su predecesor, que era el francés, interpretación que cobra fuerza si se tiene en cuenta la posición notoriamente predominante que ha ocupado dicho idioma como lengua intermediaria en la historia de la traducción de Shakespeare en España. Investigadores posteriores han incidido en la idea de que los textos de partida son versiones francesas. Serrano Ripoll (1984, 38) no sólo ha afirmado que «todas las traducciones que forman» la colección fueron traducidas «directamente del francés, y no del inglés», sino que además ha precisado que «[s]e trata, sin duda, de una traducción de la versión francesa realizada por François-Victor Hugo». La estudiosa parece extraer de esta conclusión del hecho de que la autoría del prólogo que sirve de introducción a las traducciones corresponda a Víctor Hugo. Laura Campillo (2005, 65) también da por sentado que el idioma de origen era el francés: «Las traducciones a partir de versiones francesas más famosas de este periodo fueron las editadas por Rafael Martínez Lafuente [...] A pesar de su ascendencia francesa, estas versiones gozaron de una gran popularidad, y sus tomos se imprimieron hasta bien entrado el siglo XX». A la luz de lo expuesto, no cabe duda de que existe la idea generalizada de que las traducciones se realizaron del francés, pero el demostrado plagio del Hamlet de Moratín contradice esta idea, al menos aparentemente, y hasta la fecha no se ha despejado esta posible contradicción, ni se han aportado evidencias de la tantas veces suscrita mediación francesa. Antes de intentar corroborar si las traducciones se realizaron efectivamente del francés, y a partir de la versión de François-Victor Hugo, y de tratar de explicar la contradicción en la que parece incurrir Astrana al denunciar el plagio mencionado al tiempo que indica que las traducciones partían de versiones francesas, profundizaré en la figura del traductor, que ofrece algunas claves a estos respectos. 5. El traductor Como se expresó en la introducción, nada se sabe a día de hoy sobre el traductor que firmó la versión española de los 35 dramas que incluye Shakespeare. Obras completas, «R. Martínez Lafuente». Los únicos datos que proporcionan sobre él los estudiosos de Shakespeare son la inicial de su nombre y sus dos apellidos, o bien su supuesto nombre (4) y sus dos apellidos. Tampoco brindan información acerca del traductor los anuncios de prensa de la colección citados en el apartado 2; de hecho, sólo en uno de estos siete anuncios se menciona a Martínez Lafuente, y tal mención no ofrece ningún dato adicional sobre él (España, «Libros y revistas», 27 de diciembre de 1917):
R. Martínez Lafuente firmó, además de la colección que nos ocupa, una colección de traducciones de Aristófanes publicada, al igual que la anterior, sin fecha y en la serie Libros Célebres Españoles y Extranjeros de la editorial Prometeo. Cinco anuncios de esta otra colección que he localizado en prensa histórica española (El Motín, «Bibliografía», 8 de junio de 1916; El Globo, «Bibliografía», 15 de junio de 1916; El Liberal, «Noticias», 26 de junio de 1916; La Lectura, «Libros recibidos», octubre de 1916; y La Correspondencia de España, «Bibliografía», 25 de octubre de 1916) tampoco aportan más datos que la fecha de publicación de la colección (octubre de 1916), ya que en ninguno de ellos se menciona siquiera al traductor. La ausencia palmaria de menciones al traductor en los anuncios de prensa adquiere especial relevancia si se tiene en cuenta que, por lo general, los anuncios de otras obras traducidas que publicó Prometeo entre 1916 y 1918 no sólo proporcionan el nombre del traductor, sino que, además, indican su principal ocupación, que suele ir acompañada de elogios como los que aparecen en los siguientes fragmentos de anuncios: «Las Tragedias de Esquilo, traducción [...] puesta en castellano por E. Díez-Canedo, [...] uno de nuestros mejores poetas. [...] La firma del señor Díez-Canedo es la mejor garantía de las bellezas y de la exactitud de esta hermosa traducción» (El Motín, «Bibliografía», 27 de enero de 1916); «la Odisea, [...] versión española del culto escritor Hernández Luquero» (El Motín, «Bibliografía», 8 de junio de 1916). No obstante, tal ausencia de menciones podría encontrar explicación en el hecho de que Martínez Lafuente, por no ser una persona de renombre, no sirviera de reclamo para Prometeo o no fuera considerado digno de mención por las publicaciones periódicas que anunciaron por iniciativa propia sus traducciones. Sin embargo, tampoco se ha encontrado información sobre el traductor en las alusiones a su colección de Aristófanes realizadas por investigadores, en los catálogos bibliográficos que incluyen alguna de sus traducciones, o en la prensa española publicada durante alrededor de cincuenta años antes y después de la publicación de sus traducciones. Las claves para resolver el enigma de su identidad las ofrece un epistolario confeccionado por Miguel Herráez —profesor de la Universidad CEU Cardenal Herrera de Valencia y escritor— que publicó en 1999 el Consell Valencià de Cultura. Dicho epistolario recoge varios centenares de cartas enviadas entre 1901 y 1917 por Vicente Blasco Ibáñez, el director literario de la serie Libros Célebres Españoles y Extranjeros, también socio fundador y copropietario de Prometeo, a Francisco Sempere Masiá y/o Fernando Llorca Die, los otros dos socios fundadores y copropietarios de la editorial (Llorca, casado con Libertad Blasco —hija del novelista—, era además su yerno). Varias decenas de esas cartas desvelan cómo se gestaron las colecciones de Shakespeare y Aristófanes, así como el modo en que prepararon, tal como se podrá constatar a continuación. El 29 de octubre de 1915, Blasco, entonces instalado en París, envió una carta a sus dos socios en la que les transmitía su idea de crear una colección de grandes poetas que incluyera sobre todo teatro (Herráez, 1999, 192-193, carta 223):
La colección se materializaría en un breve plazo de tiempo en la serie Libros Célebres Españoles y Extranjeros, pero, volviendo al epistolario, cartas posteriores empiezan a revelar el método de trabajo mediante el cual se crearon las colecciones de Aristófanes y Shakespeare. Blasco solicitó a sus socios reiteradamente que le enviaran traducciones españolas antiguas de autores como Wagner, Voltaire y Shakespeare (Herráez, 1999, 194-195, c. 226; 214, c. 249), y en el siguiente fragmento de una carta de enero de 1916 (Herráez, 1999, 214, c. 249) explicaba lo que pretendía hacer con tales traducciones:
Qué quería decir Blasco con el verbo «corregir» no podemos saberlo a ciencia cierta de momento, pero de lo que no deja lugar a dudas este comentario es de que el novelista deseaba publicar esas traducciones antiguas. De Shakespeare había pedido la colección de la Biblioteca «Arte y Letras» (1881-1886) (Herráez, 1999, 194-195, c. 226), aunque las cartas no dejan claro que la recibiera: la única alusión a esta posibilidad es la frase «Recibí los libros de Shakespeare y otros que me envió.» (Herráez, 1999, 224, c. 262) de una carta remitida a Sempere en febrero de 1916, frase que no hace explícito qué libros de Shakespeare recibió el novelista. En esta carta, Blasco afirmaba también que estaba «arreglando» las comedias de Aristófanes de la Biblioteca Clásica (Herráez, 1999, 224, c. 262). Alrededor de dos meses después, esto es, hacia finales de abril, ya había enviado a Valencia, en principio listos para ser imprimidos, tanto los tres tomos de los que se compone la colección de comedias de Aristófanes como el prospecto que, inserto en otros libros de Prometeo, anunciaría su publicación (Herráez, 1999, 229-230, c. 270; 231-233, c. 273; 238, c. 281; 249, c. 299), y alrededor de un mes más tarde envió una versión aumentada del prólogo (Herráez, 1999, 255, c. 305) con la que parece que dio fin a su participación en la colección. Esta se publicó entre junio y septiembre, según revelan los anuncios de prensa citados al comienzo de este apartado. En lo que concierne a la preparación de las traducciones, las cartas proporcionan algunos detalles significativos, que paso a exponer. Blasco trabajaba directamente sobre las versiones de la Biblioteca Clásica (Herráez, 1999, 229, c. 270):
Este trabajo de arreglo según él «no [era] flojo» (Herráez, 1999, 229, c. 270), y, al parecer, consistía en efectuar una serie de correcciones entre las que se incluyen las que aparecen en las siguientes indicaciones a su yerno (Herráez, 1999, 232-233, c. 273):
El texto de Blasco, además, incluiría fragmentos del original de Aristófanes que se habían suprimido en traducciones anteriores, como se desprende un comentario que hizo el novelista a Sempere después de haber enviado a sus socios el primero de los tomos de la colección (Herráez, 1999, 238, c. 281):
Posiblemente las personas a las que se alude en este comentario vertieron del griego al francés los pasajes en cuestión y Blasco posteriormente los tradujo del francés al castellano para incorporarlos a su texto. Como podremos constatar seguidamente, el método de trabajo utilizado para crear —en alrededor de 3 meses— la colección de Aristófanes es similar al que se empleó con Shakespeare. El novelista comenzó a preparar las traducciones de esta otra colección poco antes de enviar a sus socios el prólogo aumentado para las comedias de Aristófanes, ya que en una carta del 3 de mayo indicaba a Sempere y Llorca que estaba «preparando los “Dramas completos de Shakespeare con prólogo de Victor [sic] Hugo”» (Herráez, 1999, 250, c. 301). En dicha carta, Blasco ofrecía los primeros detalles de la nueva colección en marcha:
Parece obvio que tanto las traducciones de Aristófanes como las de Shakespeare se concibieron como un plagio, que queda totalmente al descubierto en el caso de estas últimas en el siguiente fragmento de una carta sin fecha que Herráez sitúa en junio, aunque posiblemente fue remitida antes que la anterior (Herráez, 1999, 260, c. 310):
Blasco tenía la intención de publicar todos los dramas del vate de Stratford ese mismo año, con motivo del tercer centenario del fallecimiento de Shakespeare (Herráez, 1999, 250, c. 301), y perseguía el objetivo general de crear una biblioteca clásica universal a un precio asequible (1,50 pesetas por tomo) basándose en traducciones españolas que le permitirían ahorrarse el traductor (Herráez, 1999, 260, c. 310):
A cambio de este plagio, Blasco insertaría notas (Herráez, 1999, 260, c. 310): «la obra va mejor, pues si es necesario le pongo notas», así como otros paratextos entre los que cabe destacar en este momento el prólogo que introduce las traducciones, para cuya confección solicitó a sus socios la traducción de Antonio Aura Boronat de un estudio sobre Shakespeare realizado por Víctor Hugo que constituyó el prólogo de las obras completas del Bardo de François-Victor Hugo, hijo del escritor romántico francés (Herráez, 1999, 260, c. 310). El prólogo de la colección de Shakespeare de Prometeo está compuesto por fragmentos de dicha traducción, que había sido publicada por Prometeo varios años antes. Una nota del editor advierte de ello en su primera página. Transcurrido el verano, Sempere y Llorca tuvieron conocimiento a través de una carta de Blasco de que el novelista tenía preparados nueve tomos (Herráez, 1999, 266, c. 320), de los cuales les envió dos a finales de octubre, junto con láminas para las cubiertas y algunas directrices, como un comentario acerca de la necesidad de incluir un índice en cada cubierta en el que se indicaran los dramas que contenía el volumen (Herráez, 1999, 270, c. 330) (obsérvense la ilustración y el índice de la cubierta del primer tomo en la Figura 1). A finales de noviembre (Herráez, 1999, 274, c. 336), Blasco envió el tercer tomo y dio instrucciones de cambiar el nombre dado hasta el momento a la colección (Teatro completo) por el que finalmente la designó: Obras completas. Este nuevo nombre ha generado el reproche constante a Martínez Lafuente de que no ofreció al público todas las obras del Bardo pese al título general con el que se presentaron sus traducciones. La decisión que motivó el cambio de nombre obedece probablemente a criterios comerciales.(6) El 20 de diciembre, Sempere recibió de Blasco el prospecto-anuncio definitivo (es decir, las pruebas de imprenta corregidas) y órdenes de imprimirlo e iniciar la propaganda (Herráez, 1999, 282, c. 349): «Que lo tiren enseguida y empiece la propaganda encajándolo en los libros y enviándolo a los libreros». Como se puso de manifiesto en el apartado 2, en enero de 1917 se anunciaron en La Lectura los dos primeros tomos. Entre tanto, Blasco envió los tomos IV y V (Herráez, 1999, 283, c. 351), a los que sucedieron durante los seis meses siguientes los otros cuatro que había preparado (Herráez, 1999, 296, c. 370; 305, c. 380; y 305-306, c. 381). El diez de julio de 1917, cuando Sempere y Llorca ya tenían en su poder los nueve tomos preparados por Blasco y, según lo expuesto en el apartado 2, habían publicado los seis primeros, recibieron una carta para el yerno de Blasco con la que el novelista le enviaba traducciones de Shakespeare antiguas, españolas y francesas, a fin de que se encargara de la preparación de los dramas restantes. Las traducciones españolas constituirían el texto base (Herráez, 1999, 305, c. 381):
Las traducciones francesas tendrían una utilidad principal, la de brindar los fragmentos suprimidos en las españolas, los cuales Prometeo traduciría del francés e incorporaría a su colección (Herráez, 1999, 305, c. 381):
Otro beneficio importante que aportaba la colección francesa residía en sus notas (Herráez, 1999, 305, c. 381):
Por último, dicha colección sería una importante fuente de referencia a la hora de elaborar la lista de personajes de cada drama (Herráez, 1999, 306, c. 381):
Durante el resto de 1917, como se indicó en el apartado 2, se fueron publicando los tomos VII a IX, el último de los cuales apareció poco antes de que acabara el año, dado que hasta el 27 de diciembre no se anunció en prensa su reciente publicación. Los tomos X a XII, como también se pudo constatar en el apartado 2, aparecieron con anterioridad a la segunda quincena de octubre de 1918. Las traducciones que contienen se prepararon en un periodo (mediados de 1917 - mediados de 1918) en el que Blasco saboreaba el enorme éxito en Francia y España de su propia adaptación al cine de su novela Sangre y Arena, al tiempo que desarrollaba otros proyectos cinematográficos que no corrieron tanta suerte (algunos ni siquiera llegaron a ser culminados) (Maestro Cano, 1997) y terminaba su novela Mare Nostrum (Herráez, 1999, 247-284; c. 298-354). Tanto el contenido de la carta del diez de julio de 1917 como el hecho de que Llorca hubiera realizado antes de esta fecha traducciones del francés para Prometeo (Herráez, 1999, 177-178, c. 209-210; 223, c. 260) sugieren que las preparó el yerno del novelista, pero es probable que Blasco las revisara antes de su publicación, como solía hacer con las traducciones realizadas para él en la editorial (Herráez, 1999, 115-116, c. 117; 117, c. 118). De hecho, el epistolario da fe de que el novelista supervisaba con esmero todo trabajo efectuado allí, como confirma Ángel López García, secretario de la Fundación Centro de Estudios Vicente Blasco Ibáñez, al manifestar: «sabemos a ciencia cierta que [Blasco] seguía muy de cerca cualquier proyecto de su editorial, [aunque] la gestión directa de los pormenores de la edición la delegaba en su yerno, Fernando Llorca Die» (comunicación personal por correo electrónico, 1 de abril de 2010). De todo lo anterior cabe extraer dos conclusiones principales: 1) «R. Martínez Lafuente» no era más que un seudónimo detrás del que se escondían, sobre todo, Vicente Blasco Ibáñez y, en menor medida, Fernando Llorca Die y tal vez otras personas vinculadas a Prometeo; 2) las traducciones de Shakespeare de la colección de R. Martínez Lafuente no se vertieron por lo general del francés, como se ha venido afirmando desde su publicación, sino que eran en su inmensa mayoría plagios de traducciones anteriores complementados con la traducción, a partir de una colección francesa de obras del Bardo, de ciertos fragmentos suprimidos en el texto base español. La carta del diez de julio de 1917 es la última del epistolario que brinda información pertinente a este trabajo, pero queda por descubrir cuáles eran los textos a partir de los cuales trabajó Prometeo. En este aspecto se centra el siguiente apartado. 6. Textos a partir de los cuales se realizaron las traducciones 6.1. Textos españoles El hecho de que Blasco dispusiera inicialmente de 33 dramas traducidos hace pensar que la «edición» antigua en español a la que se refería en diversas cartas (Herráez, 1999, 250, c. 301; 260, c. 310) es la colección publicada por el editor Francisco Nacente a finales del siglo XIX, que contiene exactamente ese número de dramas. Tal hipótesis, de confirmarse, explicaría la idea generalizada de que las traducciones de R. Martínez Lafuente se realizaron del francés, ya que la inmensa mayoría de los dramas de la colección de Nacente fueron traducidos de esta lengua; además, despejaría la aparente contradicción de Astrana, puesto que la versión de Hamlet que incluye Nacente en su colección es la de Moratín (véase el apartado 4). Un cotejo de ambas colecciones confirma la hipótesis y demuestra que Prometeo plagió no sólo la versión de Hamlet publicada por Nacente, sino también las demás traducciones que ofreció este editor de dramas presentes en la colección de Prometeo.(7) En la Tabla 1 se muestra, a modo de ejemplo, un fragmento de As You Like It en versión de Eudaldo Viver, quien firma la traducción de dicho drama incluida en la colección de Nacente, y de Prometeo. El subrayado es mío y señala las diferencias entre ambas versiones, esto es, los cambios efectuados por Prometeo (en concreto por Blasco) en la primera, que se reducen a cuestiones de puntuación, a la sustitución de algunas palabras y expresiones por otras sinónimas, a la actualización de la ortografía y del vocabulario, y a la simplificación de determinadas oraciones (especialmente de la última que corresponde declamar al duque).
Tabla 1. Evidencia del plagio por parte de Prometeo de la colección de Francisco Nacente: Tres dramas de la colección de Prometeo (Cuento de invierno —The Winter’s Tale—, Mucho ruido para nada —Much Ado About Nothing— y La primera parte del rey Enrique VI —The First Part of King Henry VI—) no estaban incluidos en la de Nacente. Cabe recordar a este respecto los comentarios de Blasco «Sólo habrá que traducir tres [dramas] a última hora, en el último tomo» (Herráez, 1999, 250, c. 301) y «Estoy corrijiendo (sic) lo [sic] dramas de Shakespeare en un [sic] edición vieja en español que he encontrado. Sin embargo envíenme la edición de Arte y Letras que les pedí […]» (Herráez, 1999, 260, c. 310). Seguidamente trataré de dilucidar cómo creó la editorial las traducciones de dichos dramas. The Winter’s Tale se había publicado anteriormente en español tanto en la Biblioteca «Arte y Letras» (traducción de José Arnaldo Márquez, 1884) como en la serie Biblioteca Clásica del editor Luis Navarro (traducción de Guillermo Macpherson, 1892), en ambos casos traducido directamente del inglés. La primera de estas traducciones estaba, como la de Prometeo, en prosa. La segunda vertía el verso blanco de Shakespeare en endecasílabos blancos. Un cotejo de ambas con la de Prometeo demuestra que Blasco plagió la primera, lo que resuelve a su vez la duda planteada en el apartado 5 de si el novelista finalmente recibió la colección de obras del Bardo a la que dicho texto pertenece. En la Tabla 2 se presenta un fragmento de The Winter’s Tale en versión de la Biblioteca «Arte y Letras» y de Prometeo. De nuevo, las modificaciones que efectuó la editorial valenciana (concretamente Blasco) son de poco calado.
Tabla 2. Evidencia del plagio por parte de Prometeo de la colección de la Biblioteca «Arte y Letras»: La Biblioteca «Arte y Letras» no contiene ninguno de los otros dos dramas que Prometeo ofreció y no están incluidos tampoco en la colección de Nacente. De Much Ado About Nothing existe sólo una traducción española anterior a la de la editorial valenciana, realizada del inglés. Es la de Jaime Clark, que se publicó a finales del siglo XIX en la serie Biblioteca Universal del ya citado editor Luis Navarro, y, como el Cuento de invierno de Guillermo Macpherson, vierte el verso blanco de Shakespeare en endecasílabos blancos. La traducción de Prometeo, en prosa,(9) no presenta influencias de esta otra, por lo que probablemente se realizó del francés. Respecto a The First Part of King Henry VI, apareció por primera vez en español en la colección valenciana, de modo que también es probable que partiera de una versión francesa. La hipótesis de que estos dos dramas se tradujeron del francés significaría, de confirmarse, que finalmente fueron dos y no tres los dramas que Prometeo tradujo, así como que, en lugar de aparecer ambas traducciones en el último tomo —como Blasco preveía en un principio—, una apareció en el séptimo y la otra, eso sí, en el duodécimo. Parece confirmar tal hipótesis una carta difícil de interpretar hasta este momento que recibió Sempere el 2 de junio de 1917. En esta carta, Blasco informaba a su socio de que le devolvía un «original» manuscrito de Mucho ruido para nada después de haberlo revisado(Herráez, 1999, 296, c. 370):
Además, le daba el visto bueno para la publicación de dicho original con las correcciones oportunas, en las que debía fijarse precisamente Llorca, quien, como expuse en el apartado 5, con toda probabilidad se ocupó de las traducciones de los tomos X a XII (Herráez, 1999, 296, c. 370): «Esta comedia imprímanla, pero que se fijo [sic] Llorca en la corrección, con el original delante». Por último, le solicitaba que le enviaran con tiempo «[l]a otra de Shakespeare que falta», «en pruebas impresas» (Herráez, 1999, 296, c. 370). A mi parecer, el original manuscrito es una traducción castellana de Much Ado About Nothing realizada en Prometeo a partir de una versión francesa —el «original» que Llorca debía tener delante al fijarse en las correcciones— y destinada a publicarse en la colección de Shakespeare de la editorial una vez que Blasco la hubiera revisado. Respecto a «la otra de Shakespeare que falta», es, a mi juicio, The First Part of King Henry VI, obra que Blasco estaba solicitando que le enviaran traducida: a) con una antelación razonable respecto a la fecha prevista de publicación y b) en pruebas impresas, para poder efectuar su trabajo de revisión cómodamente. Mucho ruido para nada se publicó en torno a principios de octubre de 1917 (El País, «Libros nuevos», 8 de octubre de 1917), unos cuatro meses después de la recepción de la carta y de que se publicara el tomo que precedía al suyo (El Motín, «Bibliografía», 7 de junio de 1917). La primera parte de Enrique VI apareció en 1918 (según se desprende de lo expuesto respecto al tomo XII en el apartado 2). Estas fechas refuerzan la interpretación realizada de la carta. En el siguiente apartado trataré de confirmar qué versión francesa se usó en estos casos y en aquellos en los que el texto base era español y la colección francesa empleada sirvió meramente de apoyo. 6.2. Textos franceses Como se expuso en el apartado 4, Serrano Ripoll (1984, 38) ha aseverado que las traducciones de Prometeo se realizaron a partir de las versiones francesas de François-Victor Hugo. Hasta donde yo alcanzo a saber, son seis las obras completas o casi completas de Shakespeare publicadas en francés antes de que apareciera la colección española, concretamente las de los traductores: Pierre Letourneur (publicadas entre 1776 y 1782); François Guizot —con la colaboración de Amedée Pichot— (1821) y Francisque Michel (1839), autores ambos de versiones revisadas de las traducciones de Pierre Letourneur; Benjamin Laroche (1839); François-Victor Hugo (1859-1866); y Émile Montégut (1867). He cotejado todas ellas con los textos de Prometeo y los resultados obtenidos sugieren que las versiones francesas empleadas por la editorial valenciana son las de François Guizot. Seguidamente se aportan evidencias a este respecto. Como consta en el apartado 5, en las directrices orientadas a la preparación de traducciones para la colección de Shakespeare que Blasco proporcionó a Llorca en julio de 1917, el novelista indicaba a su yerno que debía seguir la colección francesa que le enviaba —en lugar de la española— en lo relativo al orden de aparición de los personajes en cada lista de personajes (Herráez, 1999, 305, c. 381). En las Obras completas de Prometeo este orden es por lo general considerablemente distinto al que siguieron François-Victor Hugo y todos los demás traductores franceses citados excepto Guizot. En la Tabla 3 se reproducen las listas de personajes del drama histórico King John en versión de Francisco Nacente, quien firma la traducción de este drama incluida en la colección que editó él mismo, de Prometeo, de Guizot y de Hugo. Como se puede observar, el texto de Prometeo presenta una clara dependencia en cuanto al orden de los personajes del de Guizot, cuyo orden es idéntico al de la colección española. En esta se aprovecha, no obstante, la traducción de Nacente, que es complementada a veces con detalles sobre los personajes tomados aparentemente de la versión de Guizot. La lista de personajes de Hugo presenta diferencias significativas con la de Prometeo.
Tabla 3. Evidencia del probable uso por parte de Prometeo de la colección de François Guizot: lista
Hecha esta precisión, cabe puntualizar que no en todas las traducciones de la editorial valenciana aparecen notas de las tres categorías; por ejemplo, en Los dos hidalgos de Verona no existen notas tomadas del texto base español (la colección de Nacente —como se desprende de lo expuesto en 6.1—, cuya versión del drama no incluye ninguna nota, siguiendo la ausencia de notas en la versión correspondiente de Laroche). En Penas de amor perdidas sí están representadas todas las categorías de notas. La Tabla 4 presenta 15 notas de este drama. En su selección ha primado el propósito de ofrecer una muestra lo más representativa posible de las notas de Prometeo. Junto al texto de cada nota, se indica la categoría y, si procede, la procedencia y el texto fuente. El subrayado es mío y señala las diferencias entre este texto y el de Prometeo. Como se podrá observar, la gran mayoría de las notas son históricas, en consonancia no sólo con la primera parte de la frase anterior de Juliá, sino también con el interés que Blasco mostró por ese tipo de notas en sus directrices para Llorca (Herráez, 1999, 305, c. 381): «Las notas son de gran valor: no las que se refieren a particularidades del idioma inglés [...] sino a costumbres de la época, anacronismos, etc.». Dicho sea de paso, el corpus de notas de la colección de Hugo difícilmente pudo generar la aclaración que hace Blasco en este comentario, pues incluye numerosas notas —muchas de las cuales son considerablemente extensas— sobre las semejanzas entre el drama del que se trate y otras obras de Shakespeare, y parece poco probable que Blasco pudiera pasar por alto en su aclaración este otro tipo de notas. En las obras completas de Guizot, en cambio, sí podrían distinguirse dos grupos principales de notas coincidentes con los establecidos por el novelista.
Tabla 4. Evidencia del probable uso por parte de Prometeo de la colección de François Guizot: Se podrían aportar otras evidencias de que los textos franceses seguramente pertenecen a la colección de Guizot; por ejemplo, las que proporcionan la corrección de supresiones del texto base español (incluidos los dos dramas completos omitidos en la colección de Nacente que no se plagiaron de ninguna otra colección española —Much Ado About Nothing y The First Part of King Henry VI—) y el título de algunos dramas. Sin embargo, en aras de no extender en demasía la exposición, cierro aquí este apartado confiando en que queda suficientemente demostrado que la colección francesa que utilizó Prometeo no es la de Hugo, sino, con toda probabilidad, la de Guizot. 7. Conclusiones En el presente trabajo se ha fijado definitivamente la fecha de publicación y el contenido de las Obras completas de Shakespeare de R. Martínez Lafuente. Estas salieron a la luz en 1917-1918 y contienen toda la producción del Bardo excepto la obra poética y los dramas Titus Andronicus y Pericles. Así mismo, se ha demostrado que la idea generalizada de que las traducciones de dicha colección se realizaron del francés es falsa, salvo en el caso de dos de los 35 dramas ofrecidos. La colección plagia sistemáticamente Los grandes dramas de Shakespeare del editor Francisco Nacente, publicados sin fecha en torno a 1873, y cuando esta otra colección española no incluye un drama destinado a aparecer en uno de sus tomos, lo plagia de los Dramas de Guillermo Shakspeare [sic] de la Biblioteca «Arte y Letras» (1881-1886) si esta tercera colección lo incluye (es el caso de Cuento de invierno) y lo traduce del francés de no ser así (Mucho ruido para nada y La primera parte del rey Enrique VI son las traducciones preparadas de este modo). El hecho de que la colección plagie traducciones de distintos traductores implica que contiene dramas traducidos del inglés; por ejemplo, el ya mencionado Cuento de invierno, de José Arnaldo Márquez, y el Hamlet de Moratín, tomado de la colección de Nacente. La mayoría de las traducciones son, no obstante, del francés, constituyan o no plagios. Respecto a la colección francesa utilizada, ha quedado demostrado que no es la de François-Victor Hugo, como se había asegurado, sino probablemente la de François Guizot, traductor cuyas traducciones, además de constituir el texto de partida de dos dramas, habrían servido de fuente de referencia al preparar los 33 restantes, en los que existen notas de la colección de Guizot, así como otras influencias aparentes de esta colección. En lo que concierne al firmante de las traducciones, se ha probado que es un traductor ficticio detrás del cual se esconden Vicente Blasco Ibáñez, de forma muy destacada, y Fernando Llorca Die —yerno del novelista—, en menor medida. Ambos eran, junto con Francisco Sempere Masiá, socios fundadores y copropietarios de Prometeo, la editorial en la que aparecieron las traducciones. Los nuevos datos aportados en este trabajo sobre las Obras completas de Shakespeare de dicha editorial, en especial los referentes a la autoría y a los textos de partida de las traducciones, obligan a hacer una nueva lectura crítica de tal colección y ponen de relieve la importancia de estudiar no sólo las traducciones, sino también a los traductores. En el caso de Shakespeare, estos —algunos de los cuales siguen siendo auténticos desconocidos a día de hoy— pueden desempeñar un papel clave en el estudio de un corpus, el de las traducciones del Bardo, que es inmenso y de indudable complejidad, rasgos que explican en parte los datos erróneos, ampliamente difundidos, sobre la colección de Prometeo que se han detectado en el presente trabajo, pero rasgos al mismo tiempo que no eximen de la necesidad de revisar la información que compone la historia escrita de la traducción de las obras de Shakespeare en España, a fin de que se pueda ofrecer una idea fidedigna de la recepción del Bardo en nuestro país.
AGRADECIMIENTOS Agradezco a Ángel López García, secretario de la Fundación Centro de Estudios Vicente Blasco Ibáñez, y a Belén Villanueva, técnico de patrimonio de la Casa-Museo Blasco Ibáñez, su colaboración en las pesquisas que me condujeron hasta el libro Epistolario de Vicente Blasco Ibáñez. Francisco Sempere (1901-1917) (1999), con el que este trabajo también está incuestionablemente en deuda.
BIBLIOGRAFÍA 1. Fuentes primarias (por orden cronológico): Anuncios de prensa «Bibliografía», El Motín: periódico semanal, 4 (1916, 27 de enero), 8. Traducciones españolas SHAKESPEARE, William, Los grandes dramas de Shakespeare, primera versión española por renombrados literatos [Francisco Nacente, Eudaldo Viver, Pablo Soler, Manuel Hiráldez de Acosta, Gregorio Amado Larrosa, Leandro Fernández de Moratín, Laureano Sánchez Garay y A. R.](2 tomos), Barcelona, La Enciclopedia Ilustrada de Francisco Nacente, s. f. [1873-1874]. Traducciones francesas SHAKESPEARE, William, Œuvres dramatiques de Shakspeare [sic] traduites de l’anglais par Letourneur. Nouvelle édition précédée d’une notice biographique et littéraire par M. Horace Meyer (2 tomos), París, Lavigne, 1836 [1776-1782]. 2. Fuentes secundarias (por orden alfabético): ASTRANA MARÍN, Luis, El libro de los plagios. Las profanaciones literarias, Madrid, Revista hispano-americana Cervantes, 1920. NOTAS
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