No es habitual que de obras literarias canónicas aparezcan nuevas traducciones realizadas en el pasado por escritores reconocidos. Es lo que ha ocurrido con la versión de Hamlet de León Felipe, un caso más insólito aún por cuanto el texto se daba por destruido y, por tanto, se creía perdido para siempre (cf. Zaro, 2005: 93; 2007: 118).
El hallazgo no fue fortuito, sino que se deriva de otra investigación en el marco de la cual leí el siguiente comentario de un amigo del poeta zamorano: «De Shakespeare me encontré hace un par de lustros en Argentina con la paráfrasis que de su Hamlet hizo León Felipe» (Finisterre, 1998: 7). Tales palabras iniciaron la búsqueda de una nueva versión hispana de la gran tragedia inglesa. No se ha recuperado la obra completa, pero se conservan más de seiscientas líneas (verso y prosa).
El presente trabajo da cuenta del hallazgo y presenta los primeros datos que ha arrojado el estudio del texto, escrito del puño y letra de León Felipe. Sigue a este apartado introductorio otro acerca de la relación del poeta con Shakespeare y, más en particular, con Hamlet, obra cuyo descubrimiento supuso para él un revulsivo. En el apartado 3, se abordan las circunstancias que rodearon la supuesta destrucción de su propia versión de la tragedia, así como la búsqueda y el final hallazgo de esta. El apartado 4 está dedicado a las características del manuscrito. Les siguen, en el apartado 5, los criterios que han regido la primera edición del texto, la cual está a punto de publicarse, en el Teatro completo de León Felipe de Visor Libros. Los últimos apartados de este artículo abordan la cuestión de la datación e informan de la existencia de otros dos textos inéditos que podrían estar relacionados con la traducción de Hamlet y ofrecen nuevos datos sobre la relación de León Felipe con Shakespeare.
Hamlet influyó de manera decisiva en la vida y obra de León Felipe. Los biógrafos del zamorano (Rius, 1968/2019: 52-55; Torre, 1957/1978: 215) coinciden en señalar que la representación de dicha tragedia que presenció en Madrid en su adolescencia despertó su vocación poética (luego impulsada por la lectura detenida del Quijote; Rius, 1968/2019: 73). Fue su primer «shock literario poderoso», según relató el propio León Felipe (Torre, 1957/1978: 215), y le llevó a leer otras obras de Shakespeare (Rius, 1968/2019: 53; Torre, 1957/1978: 215). Ninguna le gustó tanto, «[e]ra Hamlet quien le había agarrado con absoluta posesión, obsesivamente» (Rius, 1968/2019: 53). Durante años, llevó siempre en el bolsillo la traducción de Guillermo Macpherson. La analizaba, la releía, la comentaba con amigos… (Rius, 1968/2019: 55; Torre, 1957/1978: 215).
A lo largo de toda su trayectoria literaria, el teatro del dramaturgo inglés brotó en su propia obra; especialmente, Hamlet y El rey Lear, otra pieza que le marcó profundamente. Por mostrar algunos ejemplos,(2) su poema «Romero solo...», de Versos y oraciones de caminante (1920), está jalonado de texto e ideas de Hamlet (León Felipe, 1977: 49-50):
Que no hagan callo las cosas
ni en el alma ni en el cuerpo...
[...]
La mano ociosa es quien tiene
más fino el tacto en los dedos,
decía Hamlet a Horacio,
viendo
cómo cavaba una fosa
y cantaba al mismo tiempo
un
sepulturero.
[...]
—No
sabiendo
los oficios
los haremos
con
respeto—.
Para enterrar
a los muertos como debemos
cualquiera sirve, cualquiera...
menos un sepulturero.
Su poema «Barro», de ¡Oh, este viejo y roto violín! (1965), concluye con otro fragmento de Hamlet (León Felipe, 1981: 245):
Siempre está ahí —¿verdad, Don Guillermo?—
el polvo del César hecho barro
para tapar las rendijas
que abre el viento
en las paredes de adobe
de la choza miserable de un mendigo.
«Barro» va dedicado a Shakespeare, al igual que «Vejez, locura y muerte», otra composición del mismo poemario que está íntimamente relacionada con El rey Lear (León Felipe, 1981: 246):
Tengo 80 años como el rey Lear,
soy viejo, estoy loco...
y tenéis que perdonarme.
Yo sé que la tragedia no puede terminar de otra manera
y que el héroe
no puede hacer otra cosa
más que ofrecer sus sesos reblandecidos en una bandeja
para que se ría...
¿Quién tiene que reírse?
¿A quién le toca reírse en la tragedia?
Yo he dicho que estoy loco,
que soy viejo
y que tengo 80 años como el rey Lear...
(dejad que llore Cordelia
porque así tiene que ser)
y la tragedia no puede seguir más allá...
Ya no hay otra escapada...
¿Verdad, Don Guillermo, que no hay otra escapada?
¿Por qué otro boquete podría ya salir el héroe?...
La vejez... la locura... la muerte.
León Felipe tradujo, de Shakespeare, Noche de Reyes, Macbeth, Otelo, El rey Lear y Hamlet, pero, paradójicamente, solo llegó a publicar sus versiones de las tres primeras, más el prólogo a su versión de El rey Lear, una adaptación cinematográfica. Dicho prólogo fue su primer texto shakespeariano en publicarse (1946). Le seguirían su Noche de Reyes, con el título No es cordero… que es cordera (1953), Macbeth o el asesino del sueño (1954) y Otelo o el pañuelo encantado (1960). En los siguientes párrafos me detendré en las circunstancias de publicación y el paso por el entorno teatral de estas tres obras, para posteriormente centrarme en Hamlet.
León Felipe escribió sus versiones de Noche de Reyes, Macbeth y Otelo para la escena. Le apasionaba el teatro, y en torno a 1950, cuando ya lo había disfrutado como actor —en su juventud— y como espectador y tenía una larga trayectoria como poeta, apreciaba la capacidad de los textos dramáticos para representar el mundo (Orthous, 1954: 15):
Me ocupo ahora, fundamentalmente, del teatro, porque he tocado ya las limitaciones de la poesía lírica: la poesía lírica tiene siempre un sentido de verticalidad, que la hace más estrecha que la poesía dramática. Esta posee una horizontalidad que permite la presencia o la expresión del mundo. La poesía dramática es el mundo.
No es cordero... que es cordera alcanzó un gran éxito en los escenarios, al igual que, un año antes, en 1952, lo había hecho Que no quemen a la dama, versión del zamorano de la comedia de Christopher Fry The Lady’s Not for Burning, y su primer texto representado. Ambos montajes fueron dirigidos por Charles Rooner, quien posteriormente sería considerado el iniciador del teatro mexicano moderno. El montaje de No es cordero... que es cordera (1953, Teatro de la Comisión Federal de Electricidad) fue elogiado por la crítica mexicana y la española,(3) y la obra fue reestrenada en numerosas salas. México la volvería a ver representada en 1980 (Teatro Independencia del Instituto Mexicano del Seguro Social; obtuvo los premios a mejor teatro estudiantil y a mejor teatro de búsqueda de la Asociación Mexicana de Críticos de Teatro) y en 2007 (Teatro Salvador Novo del Centro Nacional de las Artes de México; obtuvo el premio al mejor director de teatro clásico de la Agrupación de Críticos y Periodistas de Teatro de México). En 1964 fue llevada a los escenarios en el Teatro del Palacio de las Naciones de Barcelona dentro del Festival Conmemorativo del IV Centenario de Shakespeare. También se conocen representaciones en Chile (1954, teatro Antonio Varas), Argentina (1958, Teatro Nacional Cervantes), Costa Rica (1972, Teatro Nacional) y Venezuela (1981, El Patio de San Bernardino), entre otros países hispanoamericanos, muchas de las cuales alcanzaron un éxito notable. El pintor y escritor Darío Carmona se refiere en una carta dirigida a León Felipe a la expectación previa al estreno en Chile: «el entusiasmo del [Teatro] Experimental [la compañía] y la viva curiosidad con la que el público aguarda[ba]» (Darío Carmona, carta a León Felipe, 25 de mayo de 1954 [Legado de León Felipe, Archivo Histórico Provincial de Zamora]).
Macbeth o el asesino del sueño, estrenada en 1955 bajo la dirección de Celestino Gorostiza (Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México), también tuvo buena acogida (María y Campos: 1954; Solana: 1954), y estuvo a punto de ser montada por Luis Buñuel, con Paco Rabal y Núria Espert en el reparto. El hecho de que el montaje fuera anunciado frustró este proyecto, al enojar a Buñuel.
Detrás de tales éxitos se escondían tensiones de León Felipe con el mundo teatral. Adolfo Ballano Bueno, gran amigo del poeta, reveló al publicarse el volumen Otelo o el pañuelo encantado, del cual firmaba el prólogo, que si No es cordero... que es cordera y Macbeth o el asesino del sueño se habían publicado, era por tensiones con los realizadores. En sus propias palabras (Ballano Bueno, 1960: 13-14):
por causas [...] harto desagradables que concurrieran durante los ensayos y representación [...], de las que León Felipe se considera[ba] hasta cierto punto culpable. Culpabilidad, desde luego, si la hay, motivada por esa como intransigencia de la pureza poética del idioma con la mediocridad y adocenamiento de sus realizadores.
Como se desprende de esta cita, el poeta se involucraba en los ensayos. Así lo refleja también una carta dirigida por su esposa, Berta Gamboa, al escritor estadounidense Waldo Frank: «León Felipe anda muy ocupado con los ensayos de Twelfth Night [sic] que tradujo al Español [sic]» (Berta Gamboa, carta a Waldo Frank, 11 de febrero de 1953 [Universidad de Pensilvania, Waldo Frank papers, Ms. Coll. 823, folder 854]).
Respecto a Otelo o el pañuelo encantado, cuyo prólogo apareció en 1951 en Revista de Guatemala, no llegó a ser estrenada. En torno a 1952, el poeta se la leyó a sus amigos (Ballano Bueno: 1960, 14). Ese mismo año, tenía previsto entregar la pieza al director Charles Rooner; el crítico teatral Armando de María y Campos (1952) lo anunció con gran entusiasmo. Charles Rooner se encontraba entonces en la cima de su carrera y tal vez no pudo, o no quiso, asumir la dirección (cabe recordar que en 1952 y 1953 estrenó otras dos obras de León Felipe). El texto deambuló de unas manos a otras, sin que su autor conservara a buen recaudo una copia. Debido a la extensión de la obra, el poeta aceptó que se le hicieran modificaciones, pero la representación no llegaba. Finalmente, tuvo que reconstruir el texto a partir de una versión con supresiones y añadidos de realizadores y productores, a ruegos de sus amigos y con vistas a publicarlo. La versión publicada, por consiguiente, no es la original. Según Ballano Bueno (1960: 15), solo un cuadro conserva el «auténtico sabor» de esta, pese al esfuerzo de reconstrucción.
El texto apareció precedido de un prólogo que dejaba en mal lugar a realizadores y productores. El resultado fue el consabido: la obra se quedó sin estrenar. No obstante, fue leída en el Teatro del Caballito de la Ciudad de México (1959) a instancias de Max Aub, por el propio León Felipe y Ballano Bueno (Ballano Bueno, 1960: 15). En los últimos años se ha producido otra lectura en México como consecuencia de un nuevo intento de montaje —por parte de la directora Bárbara Riquelme— que ha fracasado por falta de financiación.
Hamlet fue escrita asimismo para la escena. De hecho, de las dos referencias a la obra previas a su supuesta destrucción con las que contábamos, una alude a este hecho. El renombrado director teatral del exilio Álvaro Custodio indicaba por carta a León Felipe: «Me gustaría que me enviases y me obsequiases [...] el [manuscrito] de “Hamlet”, ya que, puede decirse, lo escribiste especialmente para ser presentado por mí» (Álvaro Custodio, carta a León Felipe, 11 de junio de 1955 [Legado de León Felipe, Archivo Histórico Provincial de Zamora]).
Conviene citar antes de cerrar este apartado la otra referencia. Es del propio poeta. El poema «Pedigree» del zamorano (de su poemario El ciervo, 1958) va precedido de algunas líneas de Hamlet tomadas de su versión de la tragedia, según figura al pie de estas (León Felipe, 1982: 45):
—No me gusta el hombre... ni la mujer tampoco...
Ni esta grotesca y sanguinaria casa donde vivo.
Satánico orgullo y ambición.
—¡Oh, no! Podrían encerrarme
en el ámbito huero y diminuto de un cascarón de nuez,
y me creería rey del espacio infinito,
si no fuera por estos oscuros sueños monstruosos.
(De un Hamlet parafrástico, herético y condenado.)
Como nota al margen, cabe añadir que es curioso que el poeta calificase su versión de «condenada»; una calificación a la que volveré más adelante.
En 1960, Ballano Bueno (1960, 13) daba noticia de la destrucción del texto por parte del propio poeta. Su esposa había fallecido en 1957 y ello lo sumió en una aguda depresión que lo llevó a acabar con «todo lo que de su obra encontró a mano» (Finisterre, 1998: 7); en particular, precisaba Ballano Bueno (1960: 13), con sus versiones de El rey Lear y Hamlet:
Dos tragedias [,] [...] que venteadas, luminadas por el verbo mágico del genio demócrata, artistócrata y contemporáneo de León Felipe, se nos hacían más clariscentes y fluídas [sic], más poemáticas y susceptibles de solidaria comunión espiritual, más digeribles y admirativas; en otras palabras, en armonía con nuestra sensibilidad y concepción filosófica actuales. Estas dos piezas [...] fueron implacablemente inmoladas, rotas y consumidos sus restos por el fuego, como en una especie de expiación de culpas ajenas, de suicidio poético, de nihilismo purificador, en una noche de pugna del Poeta con su medio. Los días aciagos son noches tenebrosas para su sentimiento herido.
León Felipe debió de referir el incidente a sus allegados, pues no sólo el escritor y periodista Ballano Bueno dio cuenta de él, en un libro probablemente supervisado por el propio poeta (Otelo o el pañuelo encantado), sino que también Rius lo narra en su biografía, basada en extensas conversaciones con León Felipe. Afirma Rius (1968/2019, 55), tras relatar cómo León Felipe descubrió Hamlet y fue adentrándose en ella durante décadas:
Tiempo después hizo León Felipe una [traducción de Hamlet] por su cuenta, en la que reducía algunas cosas, como, por ejemplo, la relación que el actor hace de la muerte de Hécuba. La rompió, como rompería también su paráfrasis de El rey Lear.
Las rotundas palabras de estos allegados de León Felipe hicieron pensar de manera generalizada que el Hamlet se había perdido para siempre. Así se creyó durante más de medio siglo (cf. Zaro, 2005: 93; 2007: 118). Se llegó incluso a poner en duda su existencia. Pero lo cierto es que Alejandro Finisterre, otro amigo del poeta, afirmó en prensa en la década de 1990 que había encontrado la pieza: «De Shakespeare me encontré hace un par de lustros en Argentina con la paráfrasis que de su Hamlet hizo León Felipe» (Finisterre, 1998: 7). Este comentario les pasó entonces inadvertido a los estudiosos de la obra del zamorano y de Shakespeare. En 2002, Finisterre vendió miles de documentos de León Felipe al Ayuntamiento de Zamora; el denominado «Legado de León Felipe», que había inventariado Espinosa Temiño.(4) Entre tales documentos se encontraba el Hamlet en forma de manuscrito, y fue posteriormente catalogado como tal en el Archivo Histórico Provincial de Zamora. Alrededor de una década después, tuve la fortuna de leer el comentario de Finisterre en el curso de una investigación sobre Noche de Reyes. Me interesé por localizar el Hamlet y finalmente hallé el manuscrito, que quedaba así recuperado para otros investigadores (traductólogos, filólogos, etc.), para gente del teatro y, también, para el público en general. Completó mi investigación la preparación de una edición del texto, cuya lectura del puño y letra de León Felipe no resulta fácil. Dicha edición va a aparecer de forma inminente en Visor Libros, en el volumen Teatro completo de León Felipe; de esta manera, se acerca físicamente el texto a los lectores.
El manuscrito se compone de 35 hojas de cuaderno, que contienen una suerte de índice de la tragedia tal como la concebía León Felipe en español, así como más de seiscientas líneas entre verso y prosa en nueva versión castellana:(5) concretamente, fragmentos amplios de cuatro escenas, a saber, 3.1, 3.2, 4.5 y 5.1.
La obra se divide en cinco actos, coincidentes con los del original, y tiene la acción secuenciada en cuadros, cada uno de los cuales lleva un título. Los cuadros se distribuyen como sigue:
Acto I: 1. En la explanada; 2. En la sala del trono; 3. La casa del consejero. Polonio y Laertes; 4. Hamlet va a la explanada; 5. Habla el fantasma.
Acto II: 6. Otra vez la casa del consejero. Polonio y Ofelia; 7. Los cómicos.
Acto III: 8. Hamlet y Ofelia; 9. La representación o el espejo; 10. En la cámara del rey.
Acto IV: 11. En el camarín de la reina. Muerte de Polonio; 12. Antesala del Gran Salón del Trono. Hamlet desterrado a Inglaterra; 13. Fortinbrás. Llanura fronteriza de un puerto de Dinamarca; 14. La locura en Ofelia y el grito de Laertes; 15. El complot. Muere Ofelia.
Acto V: 16. El cementerio. Entierro de Ofelia; 17. El veneno.
Las hojas están en excelente estado de conservación, aunque desordenadas y numeradas a lápiz en este orden incorrecto por los documentalistas. La escritura de León Felipe es, en general, poco cuidada. Faltan numerosas tildes y comas. También faltan puntos sobre las íes, guiones de división de palabras a final de línea y signos de exclamación y de interrogación. Por otro lado, en ocasiones no existe espacio de separación entre palabras contiguas y se observan erratas, como letras o palabras que sobran o faltan. Abundan las tachaduras y los insertos y las traducciones descartadas que no se han tachado. Cabe mencionar en este contexto que una de las mayores dificultades de lectura radica en las palabras que aparecen superpuestas a otras, a modo de corrección: es difícil reconocerlas, o bien determinar cuál es la corrección y cuál la versión inicial. En cuanto a la caligrafía de León Felipe, también plantea dificultades, como la de distinguir las aes de las oes y viceversa. En definitiva, el manuscrito es un documento de trabajo del poeta, no una copia en limpio. No obstante, ofrece un texto aparentemente completo para los fragmentos originales de Shakespeare que reproduce en español (3.1.56-118, 3.2.1-145, 3.2.165-417, 4.5.1-66 y 5.1.1-239),(6) de modo que nos brinda una nueva versión castellana de dichos fragmentos, y estos incluyen algunos de los momentos más representativos de la tragedia de Shakespeare, como el monólogo To be, or not to be y la representación teatral dentro de la obra. Desconocemos si León Felipe tradujo otros fragmentos que se no han conservado. Es posible: tanto Rius (1968/2019: 55) como el poeta (León Felipe, 1954/1983: 13) citan su versión española del pasaje sobre la muerte de Hécuba, que no figura entre los fragmentos recuperados; además, tampoco las líneas de Hamlet que preceden a su poema «Pedigree» figuran entre estos; todo ello corresponde a la segunda escena o cuadro del segundo acto.
La traducción respeta la alternancia prosa-verso vertiendo la prosa en prosa, el blank verse en verso libre con rima asonante (habitualmente en los pares) y el verso rimado en verso rimado (normalmente asonante).
Podría decirse que la longitud de los versos es muy variable (obsérvese el comienzo de monólogo que cierra este trabajo). No obstante, ello no significa que no se aprecie cierta regularidad, o ritmo, o que no existan versos medidos o estrofas reconocidas, como las cuartetas asonantadas (también denominadas «coplas» o «cantares») de las siguientes cancioncillas de Ofelia:
OFELIA (Canta:)
¿Cómo saber que tu amor
es el amor de mi alma?
Por el báculo y las conchas
y por las pobres sandalias.
[...]
Vergüenza... vergüenza tengo
y el corazón afligido...
Antes de gozarme, amor,
juraste ser mi marido.
(Sh.: 4.5 / L. F.: 4.15)
Afirmaba Frau (2002: 277), en relación con la versificación de la obra literaria de León Felipe: «si bien el poeta zamorano no gusta de emplear los versos o las estrofas que podrían encontrarse en un manual de retórica, los conoce y los usa como tales cuando lo estima conveniente». Esto mismo se observa en su versión de Hamlet.
En el verso rimado, se aprecia la clara intención de León Felipe de que los esquemas de rima se ajusten al esquema original de Shakespeare, como en esta estrofa:
GRAVEDIGGER (Sings.) | |
A pickaxe and a spade, a spade, | a |
For and a shrouding-sheet; | b |
O, a pit of clay for to be made | a |
For such a guest is meet. | b |
(Sh.: 5.1 / L. F.: 5.16) |
PAYASO 1.º (Canta:) | |
Con una piqueta y una azada | a |
se puede una fosa construir | b |
y una fosa es una buena causa | a |
para dormir. | b |
(Sh.: 5.1 / L. F.: 5.16) |
En el siguiente apartado se da cuenta de las decisiones que se han tomado durante el trabajo de edición.
En su primera edición, el texto se presenta limpio de tachaduras, correcciones o erratas y conforme a las reglas actuales de ortografía de la Real Academia Española —aunque sin perder de vista su naturaleza dramática—.
He sustituido algunos puntos suspensivos por otros signos de puntuación, debido a que su abundancia dificultaría la lectura. De este modo, el fragmento:
La Biblia dice que Adán cavaba... ¿Cómo iba a cavar sin azadón? Y según el adagio... «Azada y azadón... armas son»... Ahora... un acertijo... Si no atinas... confiésate.
(Sh.: 5.1 / L. F.: 5.16)
se presenta como sigue:
La Biblia dice que Adán cavaba. ¿Cómo iba a cavar sin azadón? Y según el adagio, «Azada y azadón... armas son». Ahora, un acertijo. Si no atinas, confiésate.
Cuando se ha añadido texto, este figura entre corchetes, salvo —a fin de facilitar la lectura— si va destinado a corregir una errata menor, como, por ejemplo, la omisión de una coma necesaria o del nombre de un personaje antes de su intervención.
Para cada fragmento de Hamlet, se indica la ubicación exacta en la versión de León Felipe según el índice que contiene el manuscrito. Por ejemplo:
[León Felipe: 3.8, Hamlet y Ofelia]
Así mismo, se indica la ubicación exacta del fragmento original en el texto de Shakespeare:
[Shakespeare: 3.1.56-118]
Más concretamente, en la edición The Arden Shakespeare de la segunda edición en cuarto, de 1604-1605 (véase la nota 6). Se ha elegido esta edición inglesa atendiendo a su correspondencia textual con la traducción y a su mayor accesibilidad para los lectores respecto a la edición que presumiblemente empleó León Felipe: la del Globo (The Globe Edition, de William George Clark y William Aldis Wright), en su reedición de 1911 publicada en Grosset & Dunlap con notas de Israel Gollancz.(7) Esta última es la única edición de Shakespeare en inglés que forma parte del Legado de León Felipe, y su correspondencia textual con la traducción es muy alta (solo he observado discrepancias en las acotaciones escénicas).
Junto con el conjunto de fragmentos de Hamlet se han publicado unos apuntes también inéditos que se conservan junto al manuscrito de Hamlet, en cuatro hojas igualmente manuscritas y en buen estado de conservación. Llevan por título «Shakespeare y el “Embudo y el Viento”» y podrían constituir una introducción de León Felipe a su versión de Hamlet, al modo de las «Noticias preliminares» a su Rey Lear o la «Nota preliminar» a su Macbeth.
Presentan una escritura más firme y segura, lo cual se explica en parte porque son una reelaboración de las «Noticias preliminares» a El rey Lear. Así lo indica León Felipe en una alusión a estas que arroja luz sobre el adjetivo «condenado» con el que el poeta calificó su Hamlet (véase el último párrafo del apartado 2):
Me parece oportuno repetir aquí ahora aquellas palabras, un poco corregidas y ampliadas, que escribí […] al frente del prólogo de una paráfrasis de El rey Lear, que aún anda escondida en el oscuro laberinto de mis papeles esperando que la saquen pronto a la luz de los escenarios experimentales de México [...]
León Felipe, como se ha podido constatar, se lamenta de que su versión de El rey Lear siga esperando a ser escenificada. Téngase en cuenta, además, que el adverbio «pronto» es una corrección de «algún día».
Es probable que lo que el poeta tuviera en mente al calificar su Hamlet de «condenado» fuera la imposibilidad de escenificarlo: condenado a permanecer sin representarse. Conviene recordar que Christopher Fry acabó retirando el permiso para que se llevara a la escena Que no quemen a la dama (1952) (Ayuso, 1984: 26).(8) Así mismo, como ya se ha señalado, en los primeros intentos de montaje de No es cordero... que es cordera, Macbeth o el asesino del sueño y Otelo o el pañuelo encantado se produjeron tensiones entre el zamorano y realizadores o productores (Ballano Bueno, 1960: 13-15).
La referencia a El rey Lear del texto «Shakespeare y el “Embudo y el Viento”» contribuye a datarlo. Es necesariamente posterior a 1946, cuando se publicaron las «Noticias preliminares» y el prólogo de El rey Lear. Respecto al manuscrito de Hamlet, dado que fue hallado por Alejandro Finisterre en Argentina y que León Felipe estuvo en dicho país en 1947 y 1948, es posible que pertenezca a este periodo. Según la carta en la que Álvaro Custodio lo solicita, ha de ser anterior al 11 de junio de 1955. En 1958, como se señaló al final del apartado 2, el propio León Felipe aludió al texto. Este —junto con los apuntes titulados «Shakespeare y el “Embudo y el Viento”»— pudo quedar en la sucursal argentina de Losada, que el poeta usó como domicilio postal durante su gira por Sudamérica (Berta Gamboa, carta a Waldo Frank, 5 de mayo de 1947 [Universidad de Pensilvania, Waldo Frank papers, Ms. Coll. 823, folder 854]). O ser enviado allí. Esta última hipótesis viene a ser respaldada por el siguiente dato. El nombre de personaje Gonzago, de la representación teatral que se ejecuta dentro de la obra, es traducido por «Gonzago» (es decir, es mantenido intacto) las dos veces que aparece en el manuscrito:(9)
HAMLET
La Ratonera. La obra es la réplica de un crimen ocurrido en Venecia. El duque —no era un rey, era un duque— se llamaba Gonzago, y su esposa, Baptista. Ahora veréis... [...]
(Sh.: 3.2 / L. F.: 3.9)
HAMLET
Le envenena en el jardín de su heredad. La historia es real y está escrita en italiano clásico. Ahora veréis cómo el asesino gana el amor de la mujer de Gonzago.
(Sh.: 3.2 / L. F.: 3.9)
En cambio, tanto en las «Noticias preliminares» a su Rey Lear (1946) como en la «Nota preliminar» a su Macbeth (1954), León Felipe lo tradujo por «Gonzaga» (León Felipe, 1954/1983: 13):(16)
Cuando los cómicos llegan a saludar a Hamlet y les hace recitar aquellos versos de “Hécuba”, que tan largos le parecen a Polonio, el príncipe le dice al director de la farándula: “—¿Conoces el Asesinato de Gonzaga? [sic: falta la comilla de cierre] —“Sí, mi buen señor”, responde el comediante. “—Y ¿podrías añadir unos versos míos que yo te escribiese?” —“Sí, mi buen señor”. “—Muy bien… ahora vete.” Luego Hamlet le da al cómico unos versos suyos que ligan el asesinato de Gonzaga con el asesinato de su padre y acentúa el paralelismo de la ficción con la realidad.
A mi juicio, «Gonzago» es una corrección de «Gonzaga» y el manuscrito es posterior a Macbeth o el asesino del sueño (1954). Los apuntes «Shakespeare y el “Embudo y el Viento”» también son posteriores probablemente, ya que, mientras que en la «Nota preliminar» a Macbeth todo el texto proviene de las «Noticias preliminares» a El rey Lear, en «Shakespeare y el “Embudo y el Viento”» aparecen fragmentos nuevos y, además, modificaciones significativas al texto tomado de las «Noticias preliminares» a El rey Lear. Es un texto más elaborado. Por citar algunos ejemplos, cuando tanto en las «Noticias preliminares» a El rey Lear como en la «Nota preliminar» a Macbeth León Felipe (1946/1983: 160; 1954/1983: 11) dice:
No hay obra poética cerrada. Lo que se acota queda muerto.
en «Shakespeare y el “Embudo y el Viento”» dice:
No hay obra poética cerrada. Los mismos Evangelios están abiertos a las interpretaciones ortodoxas y a las herejías. Por eso vive el cristianismo. Lo que se acota queda muerto.
Nótese que ha intercalado dos oraciones. Y cuando tanto en las «Noticias preliminares» a El rey Lear como en la «Nota preliminar» a Macbeth León Felipe (1946/1983: 160-161; 1954/1983: 12) dice:
[...] contra las murallas y las fortificaciones de los scholars… el saqueo y el rapto de los poetas.
en «Shakespeare y el “Embudo y el Viento”» dice:
[...] contra las murallas y las fortificaciones de los scholars… el saqueo y el rapto de los poetas. ¿De los poetas?... Digamos de la Poesía...
Obsérvese el añadido.
En 1954-1955, León Felipe tenía 70-71 años, una edad avanzada que podría explicar por qué, en el manuscrito de Hamlet, su letra a veces se torna temblorosa. No se conocen traducciones suyas posteriores. Tal vez dedicó aquellos años a intentar terminar su Hamlet. No vuelve a publicar composiciones originales hasta 1958, un año después del fallecimiento de su esposa, cuando aparecieron El ciervo y Cuatro poemas con epígrafe y colofón. De mediados de los 50 solo se conocen los cuentos de El Juglarón, una adaptación para televisión realizada junto con su esposa en 1956 en sus ratos «de ocio y de lectura», y que calificó de tarea «intrascendente» (León Felipe, 1977: 182).
La localización en Argentina fue tal vez lo que salvó los fragmentos recuperados de Hamlet del ansia destructiva del poeta. Cabe precisar que estos y los apuntes «Shakespeare y el “Embudo y el Viento”» fueron escritos en cuadernos diferentes, habida cuenta de que ambos conjuntos de hojas tienen medidas distintas. Junto a ellos, existe en el Legado de León Felipe una hoja más, también manuscrita, con algunas reflexiones acerca del teatro inglés (en contraposición a la política de Inglaterra). Esta tiene otras medidas.(11) Su texto está inacabado y su escritura es muy poco cuidada, a más de temblorosa. He decidido excluirla de la edición, atendiendo especialmente a la menor pertinencia de su contenido. No obstante, me permito citar aquí la frase que le da comienzo: «La poesía dramática de Inglaterra sigue siendo shakespeariana, y el teatro inglés, el más alto todavía de la civilización occidental». Con esta cita, paso a cederle la palabra a León Felipe, para presentar las primeras líneas que se conservan de su Hamlet.
Hay tragedias antiguas que me siguen
para que yo las prolongue con mi carne.
LEÓN FELIPE (1954/1983: 15)
HAMLET
Ser o... no ser...
Este es el gran problema... Meditemos:
¿Cuál es más noble? ¿Sufrir los golpes y punzantes dardos de una fortuna despiadada
o rebelarse y acabar con las angustias y náuseas de este piélago amargo y turbulento?
¿Vivir... o no vivir?... ¡Morir!... ¡Dormir!..
Y durmiendo tan solo... nada más durmiendo...
¿se acallarán mis penas,
terminarán los mil infortunios de mi cuerpo?
Consideremos atentamente la cuestión.
Morir... Dormir... ¡Soñar acaso! ¿Y qué sueños soñaremos?...
He aquí la almendra oculta del problema…
Despojados ya de nuestra envoltura corporal, ¿qué sueños nunca soñados soñaremos?
Esto detiene nuestra mano
y la decisión del pensamiento.
[Sh.: 3.1 / L. F.: 3.8]
(1) Quisiera agradecer al catedrático de Filología Inglesa Ángel-Luis Pujante las valiosísimas aportaciones que ha hecho a este trabajo, así como a mi edición del Hamlet de León Felipe, de los que revisó una versión anterior.
(2) Agradezco a Juan Frau, especialista en la literatura de León Felipe, que me remitiera a los siguientes pasajes.
(3) Véase, para más información, I. Serón Ordóñez, Las traducciones al español de Twelfth Night (1873-2005): estudio descriptivo diacrónico, Málaga, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Málaga, 2014, p. 312.
(4) Véase M. B. N. Espinosa Temiño, León Felipe y su proyección en América. Estudio bibliográfico documental de su obra inédita. Inventario, tesis doctoral, Madrid, Universidad Complutense, 1992.
(5) El original de Shakespeare —en sus primeras ediciones autorizadas, esto es, la edición en cuarto de 1604-1605 y la edición en folio de 1623— supera con creces las tres mil líneas.
(6) Cito siempre la edición The Arden Shakespeare: W. Shakespeare, Hamlet (Ann Thompson y Neil Taylor, eds.), Londres, Bloomsbury, 2006/2015.
(7) W. Shakespeare, The Complete Works of William Shakespeare with the Complete Temple Notes by Israel Gollancz (William George Clark y William Aldis Wright, eds.), Nueva York, Grosset & Dunlap, 1911.
(8) Fry creía —debido a un malentendido (Paulino Ayuso, 1984: 26)— que traicionaba el original (Paulino Ayuso, 2012: 679). Paulino Ayuso (2012: 677-696) trata de demostrar que no es así.
(9) El subrayado de todos los ejemplos es mío.
(10) Cito el texto publicado en el volumen Macbeth o el asesino del sueño, por ser el más reciente; presenta ligeras modificaciones al publicado junto con el prólogo a El rey Lear.
(11) Los tres conjuntos de hojas, sin embargo, están numerados por los documentalistas consecutivamente, como si constituyeran un único conjunto, comenzando por esta hoja suelta, seguida de los apuntes titulados «Shakespeare y el “Embudo y el Viento”».
LEÓN FELIPE, «Alas y jorobas o el rey bufón. Noticias preliminares y prólogo de un poema cinematográfico donde se siguen, se cambian y se prolongan las líneas de El rey Lear de Shakespeare de una manera hispánica y quijotesca», en Bardo peregrino, pról. Electa Arenal, Ciudad de México, Editorial Nueva Imagen, 1946/1983, pp. 159-184.
— El ciervo y otros poemas, Madrid, Visor, 1982.
— «El Juglarón», en Obra poética escogida, ed. y pról. Gerardo Diego, Madrid, Espasa-Calpe, 1977, pp. 182-199.
— «Nota preliminar», en W. Shakespeare, Macbeth o el asesino del sueño, Madrid, Júcar, 1954/1983, pp. 11-15.
— Obra poética escogida, ed. y prol. Gerardo Diego, Madrid, Espasa Calpe, 1977.
— ¡Oh, este viejo y roto violín!, Madrid, Visor, 1981.
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© Grupo de Investigación T-1611, Departamento de Filología Española y Departamento de Traducción, UAB
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