Las traducciones al español de El utilitarismo en el siglo XIX: La versión de Aureliano González Toledo vs la versión de Antonio Zozaya (1)
Recibido: 14 septiembre 2014 |
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1. Introducción El papel desempeñado por la traducción en la trasmisión del pensamiento filosófico y consiguiente avance del conocimiento humano es incontestable. Durante años los Estudios de Traducción han privilegiado la traducción literaria y, como resultado, las traducciones de otras áreas del saber tales como la filosofía han sido insuficientemente examinadas. No obstante, el interés por el estudio de textos no literarios es cada vez más notorio ―citemos, a modo de ejemplo, a Acuña Partal (2008; 2012), Bastin (2004), Echeverri (2011), o Ramírez-Arlandi (2012) y de esa misma inclinación nos hacemos partícipes aquí al centrarnos en la traducción de un texto filosófico: El utilitarismo, de John Stuart Mill. En el siglo XIX se realizaron dos traducciones al español de la obra El utilitarismo, del filósofo británico Stuart Mill.La primera, cronológicamente hablando, está fechada en 1873 y fue publicada en Colombia. La segunda, bastante más tardía, se publicó en España en 1891, una fecha temporalmente distante no sólo de la traducción hispanoamericana –casi veinte años más tardía– sino también de aquellas otras realizadas en Alemania (1869) o Francia (1883, 2ª edición). Nuestra intención es centrarnos en estos dos textos en español y realizar un estudio descriptivo y culturalista que nos permita aportar información sobre la traducción de esta obra a nuestro idioma en el citado siglo. Entre otros aspectos nos parece interesante tratar de averiguar cómo la labor de traducción pudo incidir, en este caso particular, en la trasmisión (y recepción) de la doctrina de John Stuart Mill en dos continentes diferentes. Es decir, indagar acerca del ejercicio de traducción acometido por los traductores y sobre cómo las decisiones adoptadas por traductores originarios de dos continentes distantes pudieron influenciar a los lectores en las dos culturas metas. A este respecto conviene no olvidar que el contexto ideológico, socioeconómico y político de la cultura meta permea a través de las decisiones que el traductor toma de forma más o menos consciente pues éste, obviamente, está imbricado en un sistema, el cual como tal limita cualquier percepción y valoración de sujetos u objetos. De la misma forma, el lector tampoco puede abstraerse de esta influencia. Como acertadamente apunta Bastin (2004), al hablar de la que considera ineludible relación entre Historia y traducción, «el traductor es un sujeto histórico que escribe para otros sujetos históricos», a lo que añade:
En nuestro estudio, ofrecemos, primeramente, un breve perfil biográfico de los traductores. Seguidamente, prestamos atención a las ediciones y a los textos de apoyo que acompañan a las traducciones (paratextos en la acepción de Genette) y, posteriormente, trasladamos nuestro interés al texto en sí. Centrándonos en aspectos puntuales, cotejaremos algunas de las decisiones tomadas por ambos traductores para intentar determinar cómo éstas pudieron incidir en la lectura e interpretación que el lector hiciera de la obra. Incluimos también algunos apuntes y referencias sobre la recepción de la obra en los países de habla hispana mencionados. 2. Perfil biográfico de los traductores Pocos son los datos que hemos podido recabar en relación conl autor de la primera edición conocida de la obra en español, Aureliano González Toledo. Sabemos, tras consultar la Biblioteca virtual Luis Ángel Arango (http://www.banrepcultural.org/node/64122), que el autor era natural del Gigante (Departamento del Tolima, Colombia) y que estudió en Bogotá. Profesionalmente hablando, desempeñó varios empleos públicos, tales como el de Secretario de la Legislación colombiana en Quito y en Caracas, y en 1875 Jefe de Sección del Ministerio de Relaciones Exteriores y del de Instrucción Pública en 1882. Fue cónsul de su país en Hamburgo. En la citada fuente bibliográfica se nos informa de la existencia de composiciones suyas en algunos periódicos, así como de la publicación de los folletos Norma de Teófilo Gautier (1874) y El Principio de utilidad de John Stuart Mill. Otras obras de las que se responsabilizó como traductor y que también se mencionan en la referida fuente son: La instrucción del pueblo en el siglo XIX, por Emilio de Laveleye, traducido del francés y publicado en Bogotá por Imprenta de Echeverría Hermanos, 1873, 51 p.; Las noches Florentinas, por Enrique Heine, traducción del alemán, Bogotá, Imprenta de Medardo Rivas, 1873, 54 p.; El Sufragio Universal en el porvenir y el derecho de representación de las minorias por Eugene Aubry Vitel, traducido de la Revue des deux Mondes, 1884, Imprenta de La Luz, Bogotá, 40 p.; La Alemania después de la guerra de 1866, escrito por Emilio de Laveleye, Bogotá Imprenta Echeverría hermanos, 1873, 38 p. Este último título sirve, según Martínez (2001) para ilustrar el interés y la curiosidad que los progresos de la unificación alemana despertaban en aquel momento en Colombia. Atendiendo a esta misma fuente, el traductor era un joven liberal que residía en Europa por entonces. Como autor, González Toledo escribió Boceto biográfico del general Eliseo Payán, Vicepresidente de la República, publicado en 1887 en Bogotá, Imprenta de la Luz, 308 p., y Aventuras de un cocinero (Crónicas del Cauca), Imp. de La Nación. Esta publicación apareció sin la firma del autor, ni el año de publicación. Por lo que respecta a Zozaya, responsable de la versión española, nos ha resultado más fácil reunir datos que nos permitan ofrecer un retrato del traductor.(2) Antonio Zozaya y You es, según consta en la Enciclopedia Universal Ilustrada, un cronista, escritor y poeta español, que nació en Madrid en 1859 y murió, en el exilio, en México en 1943. Estudió derecho, carrera que tras ejercer durante un cierto tiempo, abandonó cumplidos ya los cuarenta años. Se dedicó, entonces, al periodismo, profesión que compaginó con la de escritor. Fue un hombre de notable erudición que mostró a lo largo de toda su vida una gran actividad intelectual, de la que su obra es testimonio. Gran admirador y seguidor de las tesis de Krause y Sanz del Río, Zozaya se manifestó receptivo a la nueva evolución de la ciencia experimental. Fue, según se recoge en la citada Enciclopedia, discípulo predilecto de Giner, Azcárate y Salmerón, por quienes mostró gran admiración. Junto a la cultura clásica y jurídica, la filosofía ocupó un lugar central en su formación intelectual. Su predilección y entusiasmo por los estudios filosóficos se materializó en la creación de su Biblioteca Filosófica, una antología que reunió obras claves para entender la historia del pensamiento. Antonio Zozaya además de un cultivado filósofo, fue un destacado periodista, un oportuno prologuista y un reconocido escritor. Novelista, poeta y, de manera insólita, dramaturgo, su prestigio como escritor fue grande. Los encantos de su prosa y de su estilo fueron con frecuencia exaltados por sus contemporáneos y algunas de sus obras fueron traducidas a varios idiomas. A esta polifacética profesión hay que añadir aquella otra, poco reseñada, de traductor, actividad que desempeñó encomiablemente si tenemos en cuenta su afán por divulgar obras fundamentales en la historia del pensamiento y que, según Vega (2001), es signo de identidad de los krausistas: «Efectivamente, sin haberlo expresado textualmente, en la conciencia de los krausistas ha actuado la idea de la traducción como motor de la cultura» p. 322. Conocedor de grandes obras filosóficas de todos los tiempos este incontestable erudito tradujo, entre otros, a Platón, Descartes, Maquiavelo, Spinoza, Rousseau, Comte, Schopenhauer, Kant, Hume, Haeckel, Fitche, o Schelling. Con todo, los juicios que conocemos sobre el desempeño de su actividad como traductor son, en ocasiones, poco loables. Así Rivera Rosales (1993) en un artículo sobre la recepción de Fitche en España, y aludiendo a la traducción de la primera obra de este autor por Zozaya comenta que la realizó a partir de la versión francesa de P. Grimblot y la califica de bastante deficiente; Por su parte I. Galán (1988), en relación con la traducción de realizada por Zozaya de la obra de Schelling Bruno o Sobre el principio divino y natural de las cosas realiza la siguiente anotación: «Edición poco rigurosa, sin aclarar las fuentes de la traducción, del diálogo de Schelling editado en 1802 acerca de la relación entre lo divino y el arte» p.274. Hay que añadir también los comentarios críticos vertidos por Atilano Domínguez en relación con la traducción que Zozaya realizó conjuntamente con Julián Vargas de la obra de Spinoza El tratado Teológico-Político (hay que aclarar que Zozaya traduce, según nos informa Domínguez, a partir del capítulo IX):
Distinto es el signo del veredicto sobre la traducción de la obra de Schopenhauer Aphorismen zur lebensweisheit publicada en 1881 por Zozaya bajo el título Parenga y Paralipomena, la cual ha sido reeditada recientemente (1997) por la editorial Ágora en una edición realizada por los profesores Crespillo y Parmeggiani. En esta edición, según de Santiago Güervós, autor de la reseña del libro, el editor ha realizado correcciones menores, algunas de carácter ortográfico, ha incorporado los textos griegos y latinos que faltaban y ha traducido aquellas citas que no se habían traducido. Vega (2001), por su parte, destaca, aunque sin entrar a valorarla, la iniciativa por parte el traductor madrileño de verter la obra Crítica de la razón práctica, de Kant (Madrid, 1886). Parece justo concluir este breve perfil biográfico del traductor español apuntando que el autor, a la vista de su trayectoria vital, desempeñó esta tarea de translación con honestidad, integridad y sin distorsionar, de forma deliberada, las obras originales. 3. Las ediciones y los elementos paratextuales (3) Tal como hemos hecho en el apartado anterior comenzaremos nuestros comentarios refiriéndonos en primer lugar a la edición de la obra como libro cronológicamente más temprana. Nos referimos a la traducción publicada en Bogotá en abril de 1873 por la Imprenta Echeverría Hermanos y realizada por Aureliano González Toledo. Esta edición (viii + 102 p.) contiene una dedicatoria por parte del traductor a F. E. Alvarez,(4) y la consiguiente respuesta con agradecimiento de éste al traductor (viii p.). Ambos textos constituyen todo un alegato a favor de la doctrina utilitarista. Según informa Mayorga García (2007), la obra fue originalmente publicada en el periódico semanal El Foro en varios ejemplares entre el 21 de junio y el 26 de julio de 1870 (pp 26-27). El Foro era un periódico que en el que se publicaron una cantidad significativa de artículos referidos a la filosofía benthamista, dato que resulta revelador de su inclinación ideológica. Por lo que respecta a la fecha de publicación, ésta tiene lugar durante la Época Radical (1863-1886), un período que se caracteriza por la vigencia de las ideas liberales y por tener a Europa, particularmente Francia e Inglaterra, y a Estados Unidos como referencia y fuente de inspiración de los programas políticos, económicos y sociales en la construcción de Estado. Llama la atención la celeridad con que se tradujo la obra de Mill en Colombia, lo cual en opinión de Orozco (2000), se debe a que el siglo XIX «es rico en las discusiones del pensamiento y esto llevó a que hubiese un buen movimiento de las traducciones que las alimentaran». En esa época, según comenta este autor, en el citado país, el ejercicio de la traducción estuvo a cargo no sólo de conocidas personalidades sino también de un numeroso grupo de profesores universitarios. Lafarga y Pegenaute (2013) en referencia a la historia de la traducción en Colombia señalan la importancia de las traducciones de textos no literarios y nombran a Aureliano Gónzalez Toledo entre los artífices de esta tarea en el ámbito filosófico:
Por su parte, Martínez (2001) también se hace eco del desarrollo por entonces de esta actividad en el país y destaca la gran labor llevada a cabo en este sentido por los periodistas colombianos en el siglo XIX. La prensa, en opinión de este investigador, constituyó un canal primordial de difusión de la referencia europea en el debate público colombiano. Nos informa asimismo de que entre los que desempeñan esta actividad, muchos traducen del francés, un número algo inferior lo hacen del inglés y un grupo mucho más exiguo del alemán (entre estos últimos, cita a Aureliano González Toledo y a Eustaquio Santamaría). No podemos pasar por alto, además, que la influencia de las ideas utilitaristas en Colombia, como en otros países hispanoamericanos, fue muy notoria. Durante todo el siglo XIX el debate sobre el utilitarismo y, en particular, la obra de Bentham, estuvo muy presente en la sociedad colombiana con opiniones muy confrontadas entre liberales –pro-benthamistas en su mayoría- y conservadores –antibenthamistas y antiutilitaristas-. Nos encontramos en un siglo cargado de enfrentamientos ideológicos, políticos y sociales. Rodriguez García (2010) apunta «Betham´s treatises on legislation became the most influential body of juristic thought taught intermittently at Colombia universities through much of the nineteenth century» (pp. 31-32). La influencia del británico sobre presidentes y dirigentes del país es también conocida, con Bolívar llegó incluso a mantener correspondencia. El general Santos Gutiérrez (1868-1870), a través de sus maestros Vicente Azuero, José Ignacio de Márquez y Estanislao Vergara, fue otro de los que también recibió influencias de Bentham y Stuart Mill entre otros (este dato está recogido en la biografía que de él ofrece la Biblioteca Virtual Luis Ángel Arango, en www.lablaa.org/blaavirtual/bibliografias/bicol/bicol/bicol11.htm). Centrándonos en la figura de Stuart Mill, Pérez Salazar (2006) señala la dificultad de conocer el verdadero alcance de su influjo:
Cuando se publicó el libro el filósofo inglés era, por lo tanto, conocido en el citado país, al menos por parte de un sector de la sociedad. De ello nos informa Gónzalez Toledo en la dedicatoria dirigida a F. E. Álvarez que incluye en su traducción: «El nombre del su autor es bien conocido de todos los espíritus que aspiran a ocupar un lugar entre los obreros de la libertad» p. III. Rodríguez García (2010) nos ofrece un dato que nos parece pertinente apuntar: «illiteracy rates reached over 80 percent of the total population in Caro´s time and that newspapers that were not government-sponsored normally did not reach a circulation of 1,000 copies» (p. 41). La traducción de la obra con clara intención propagandística (a la par que pedagógica) va precedida, tal y como hemos adelantado, de una dedicatoria por parte del traductor a F. E. Álvarez y la consiguiente respuesta de agradecimiento de éste al traductor (viii p.). González Toledo, como acabamos de señalar, realiza la traducción con el propósito de formar a la juventud muy consciente de las grandes discrepancias existentes entre los partidos y convencido de que en esta obra de Mill podemos hallar una solución para poner fin a esa indeseable situación. Estamos ante un autor con claro espíritu progresista y reformista, ante un traductor comprometido. Por su parte Francisco E. Álvarez agradece la dedicatoria e insiste en la relevancia del libro para entender la doctrina utilitarista aunque lamenta que Mill no se hubiera detenido más a esclarecer algunos aspectos conflictivos, así como el hecho de que la teoría no se acepte por la existencia de prejuicios a priori sobre la misma, amén de su desconocimiento. Anhela, aunque precisa que tiene pocas esperanzas, un debate serio sobre el tema y manifiesta su compromiso y disposición a poner todo su empeño en la propagación de las ideas utilitaristas. Nos hallamos, pues, ante una traducción realizada con fines pedagógicos y con una fuerte carga proselitista e ideológica. Es una edición que no incluye notas. A modo de comentario adicional y, tras cotejar el texto con la versión en inglés, señalaremos que es una traducción, en términos generales, respetuosa con el texto origen en la que no resulta sencillo encontrar, en el texto propiamente dicho, estrategias de adaptación o apropiación en el sentido empleado por Bastin et al., (2004). No obstante, en la lectura del capítulo 2, hemos detectado una omisión por parte del traductor colombiano que deseamos comentar por el alcance que el mensaje omitido tiene en opinión de Guisán (op. cit.), profunda conocedora y traductora de la obra de Mill. Nos referimos a la siguiente oración del texto origen: «It is quite compatible with the principle of utility to recognise the fact, that some kinds of pleasure are more desirable and more valuable than others».(5) Al margen de este ejemplo, no hemos detectado ninguna otra omisión de interés. Concluyendo, podemos decir que la traducción realizada por el colombiano se distingue, en el uso de estrategias de apropiación, de muchas otras traducciones realizadas en la época en ese y en otros países hispanoamericanos y sirve, además, para dar validez a estas otras palabras de Bastin (2006, 121): «While research to date clearly suggests that appropiation is the primary mode of Latin American translation, it is nevertheless clear that some constradictions must be addressed». Por lo que concierne a la edición de la obra en nuestro país, ésta, a diferencia de la anteriormente descrita, no contiene documento preliminar por parte del traductor pero sí notas. La traducción de Zozaya fue impresa en Madrid en la imprenta de José Rodríguez y constituye uno de los volúmenes de la Biblioteca Económica-Filosófica. Su publicación aconteció durante la Restauración Borbónica (1875-1898), un período marcado por un notable atraso en el desarrollo científico e investigador, en el que la Iglesia católica exhibía una gran influencia pero en el que se empieza a apreciar un cambio de actitud que apunta hacia una mentalidad positivista. Con anterioridad a la fecha de su publicación (1891), otras obras del escritor británico habían sido ya traducidas y se podían encontrar referencias a él y a su obra en ateneos y revistas tales como La Revista Europea o La Revista de España, las cuales fueron signo de renovación filosófica. El libro consta de 159 páginas. En esta edición, la obra se presenta combinada con un fragmento de Augusto Comte y el positivismo: «El método de investigación», escrita también por Mill. Este hecho —la combinación de dos obras íntegras o, en su lugar, una íntegra y un fragmento de otra— va a ser práctica habitual en algunas ediciones posteriores, y es atribuible a la poca extensión de El utilitarismo. La decisión de presentarla junto aquella otra donde Mill escribe sobre Comte no nos parece aleatoria. Zozaya, como filósofo y hombre cultivado que era, conocía bien la obra de Comte y sabía de la importancia que ésta ejerció sobre Mill. (Pero, además, el nombre del filósofo francés era ya, en esa fecha, un referente en el contexto español, lo cual pensamos, sumaba un elemento a favor, en aras a la divulgación de la obra.) Es una edición que, como en el caso de la edición anterior, no ofrece información relativa al texto de origen del que parte el autor para realizar la traducción, Sabemos que en lengua inglesa hubo varias ediciones y que entre éstas existen apenas diferencias que sirvan para justificar aquellas otras existentes entre el texto en lengua original y la versión del filósofo madrileño en nuestra lengua. Sorprende, al comparar ambas versiones, constatar que el texto escrito por Zozaya presenta ciertas discordancias estilísticas e, incluso, de contenido con respecto a la versión inglesa. Por lo que respecta a la traducción, creemos que existen pruebas suficientes para poder afirmar que nos encontramos ante una traducción indirecta del texto francés de P. L. Le Monier, una vez cotejadas ambas versiones. A nuestro juicio, la versión de Zozaya refleja una gran cercanía en relación con la versión francesa (casi se podría hablar de gran mimetismo en algunos fragmentos). Así, y sin duda debido a la influencia del texto galo, las ideas de Mill se nos presentan en la traducción española con un tono más directo y categórico que en el texto de origen, donde la expresión del autor se manifiesta más cauta y tentativa. Sirva este fragmento de ejemplo:
Centrándonos en las notas, elemento paratextual que distingue a esta edición, señalaremos que todas aparecen firmadas con las iniciales del traductor A. Z., exceptuando la segunda nota en la página 21, perteneciente al capítulo II. No sabemos si la exclusión de la firma en este caso concreto se trata de un error tipográfico —lo cual es probable— pero sí podemos indicar que en ella Zozaya cuestiona muy enérgicamente la posición del filósofo británico, algo por otra parte habitual en el conjunto de estas intervenciones del traductor en la obra. En este sentido, podemos decir que Zozaya aprovecha estos aportes más personales para hacer, como filósofo, sus propias reflexiones sobre las ideas de Mill, o dicho de otra forma, nos encontramos al Zozaya filósofo; prueba de ello es el texto de la nota de la página 43 donde el traductor español requiere nuestra atención para indicarnos que, en su opinión, la postura que Mill y Kant tienen respecto a la moral y el derecho no sólo no difiere sino que es semejante, y nos invita a compartir su punto de vista mediante la comparación de dos reglas de ambos filósofos. En general, el filósofo español se sirve de las notas para manifestar las ambigüedades, contradicciones y falta de claridad de la doctrina, poniendo así en entredicho el valor de las ideas utilitarias. Sirvan de ejemplo las siguientes notas:
Adicionalmente, y de forma más excepcional, Zozaya en las notas alude a una realidad concreta conocida por el lector de la época para facilitar la comprensión del texto. Es el caso de la nota en la página 24:
El análisis de los elementos paratextuales de estas dos ediciones, revela una toma de posición desigual por parte de los traductores en torno a la doctrina. Mientras Gónzalez Toledo se pronuncia muy favorablemente y ve en ella la solución a los conflictos internos del país, Zozaya, en sus notas, se muestra mucho más escéptico llegando incluso a cuestionar la validez de la doctrina. En consecuencia, el primero manifiesta su deseo de darla a conocer a los jóvenes a quienes la presenta como opción para limar diferencias, el segundo, aunque también tiene en consideración a las nuevas generaciones, no se pronuncia abiertamente al respecto. 4. Procedimientos traslativos a) El uso de elementos ortotipográficos Ya en un primer acercamiento al texto de Gónzalez Toledo, y a simple vista, llama la atención el uso que el traductor colombiano hace de algunos recursos ortotipográficos, siendo el empleo de la mayúscula y de la cursiva dos de los más fácilmente reconocibles. Gónzalez Toledo recurre a ellos repetidamente para destacar o señalar algunos elementos o fragmentos del texto. Suponemos que el empeño y esfuerzo realizado en este sentido por el traductor está alentado por su deseo de que el lector entienda bien la doctrina, algo que deja claro en las páginas que antepone al texto y que está en consonancia con el móvil que indujo la realización de la traducción. Si anteriormente dijimos de esta traducción, tras cotejarla con el texto fuente, que no resulta sencillo encontrar estrategias de adaptación o apropiación en el sentido empleado por Bastin et al., (op.cit.). Aquí, al focalizar nuestra atención en el empleo de los recursos ortotipográficos, modificamos nuestra opinión. En relación con el primero de los recursos referidos, el uso de letras mayúsculas, en la lectura del texto se pueden detectar fácilmente fragmentos en los que palabras escritas en letras mayúsculas se intercalan en las minúsculas del resto del texto. Hay que añadir que algunas de estas últimas se hallan en cursiva, un detalle exclusivo de esta traducción de El utilitarismo al español (desconocemos si era una estrategia al uso en la época). Los elementos de información que el traductor elige para captar la atención del lector, pertenecen al capítulo 2, capítulo que el autor dedica a la exposición de la doctrina, y al capítulo 5. Reproducimos seguidamente los fragmentos pertenecientes al capítulo 2 (los correspondientes al capítulo 5 se pueden encontrar en las páginas 75, 97 y 101 de la traducción colombiana):
En relación con este primer ejemplo, además de las diferencias ortotipográficas, existen otras que conciernen a la elección de las equivalencias en nuestro idioma que comentamos un poco más adelante.
Respecto a este último ejemplo, resulta de interés que el colombiano subraye este pasaje concerniente a la amistad. Ya en la dedicatoria el traductor firma «Su agradecido amigo y copartidario» dejando patente así el gran valor que el concepto de amistad posee para él. Por otra parte, el uso de la cursiva para centrar la atención del lector en una palabra o fragmento concreto no marcado en el texto origen es también una práctica habitual por parte del traductor colombiano a lo largo de la obra. Su empleo abarca palabras independientes, binomios, fragmentos de oraciones y oraciones completas (a veces incluye dos oraciones). Éstos son algunos de los ejemplos que ilustran la intervención del traductor:
Los fragmentos más extensos en los que se hace uso de la cursiva, al margen de aquellos que se combinan con el uso de la mayúscula y que ya han sido señalados, son:
Zozaya, por su parte, es mucho más parco en el empleo de estos recursos. El traductor español utiliza la cursiva básicamente para los términos en otro idioma y los títulos de obras (sólo a veces, pero en menor medida que Gónzalez Toledo, por motivos de énfasis, p. 98), mostrándose bastante respetuoso en este sentido con el texto de origen. En otro orden de cosas, otro elemento destacable y resultante de una intervención en el texto por parte del traductor es la desemejanza existente en las traducciones en cuanto a la segmentación de los capítulos, pudiendo apreciarse diferencias notables en el número de párrafos empleados por los traductores. La siguiente tabla recoge las diferencias al respecto entre el texto original y aquellos otros de las traducciones. Especial mención merecen en este sentido el contraste existente entre el texto de Mill y el de González Toledo, particularmente en relación conl capítulo 1:
En el caso de la traducción colombiana, alegamos el interés del traductor en que el lector entienda bien la doctrina como justificación al incremento en el número de párrafos. b) La traducción y la precisión terminológica Entre los muchos comentarios realizados por estudiosos, y en ocasiones también traductores, de la obra de Stuart Mill hallamos aquellos que conciernen al uso y el significado de términos y conceptos empleados por el filósofo británico en la redacción de la obra. Sobre algunos de ellos vamos a centrar nuestra atención por entender que, además de poner de manifiesto la complejidad cognitiva de la obra, son claves para una buena interpretación del texto y tienen, por lo tanto, una especial relevancia desde el punto de vista de la traducción. Nos centraremos, en concreto, en estos vocablos: «right»/«wrong»; «happiness», «pain» y «expendiency». Con respecto a las dos primeros, «right» y «wrong», tanto Gónzalez Toledo como Zozaya coinciden en la elección de «buena/s» y « mala/s » respectivamente.(6) En lo que se refiere a «happiness», no existe, sin embargo, convergencia en la elección. Gónzalez Toledo opta por «felizidad» como sinónimo a diferencia de Zozaya que elige esencialmente el término «bienestar» como equivalente al término empleado por Mill. Sobre el mismo, Julián Marías (2005, 158) escribe: «Es esta una palabra bastante moderna. En español se usa desde principios del siglo XIX». El reconocido filósofo español realiza también algunas reflexiones y comentarios filosófico-filológicos que son de gran interés además de pertinentes para un estudio traductológico respecto a la identificación (o, mejor, reducción) de la palabra felicidad con bienestar. De entre ellos hemos elegido el siguiente:
Otro de los términos a considerar es expendiency. En esta ocasión González Toledo se muestra a favor de una de estas tres opciones: «espediente» (pp. 34 y 72), «oportunidad » (p. 48) o «conveniencia» (p. 76). Zozaya prefiere «utilidad». No queremos concluir sin comentar que hemos encontrado alguna inconsistencia por parte de los traductores a la hora de traducir algunos de los términos mencionados anteriormente, siendo el caso de Zozaya el más llamativo en este sentido. Es un proceder de carácter excepcional en todos los casos, pero probablemente pertinente, desde el punto de vista filosófico. En relación con las primeras right y wrong, traducidas por «bueno» y «malo», hemos encontrado estas otras equivalencias en la página 44:«justo» e «injusto». Respecto a happiness, otro de los términos que dada su relevancia hemos examinado, Zozaya se muestra muy consistente, traduciéndolo las más de las veces, como ya hemos apuntado, por «bienestar». Con todo, hemos encontrado algunas páginas donde el traductor prefiere esta otra opción: «felicidad», que es, curiosamente, la que tanto Gónzalez Toledo como el resto de los traductores de la obra al español eligen como equivalente. Esta inconsecuencia se descubre incluso, como se puede apreciar en el siguiente ejemplo, en oraciones que aparecen consecutivamente. La decisión, en este caso, podría atribuirse a una variación estilística:
Al margen de las preferencias terminológicas comentadas, se pueden apreciar otras, y de diversa índole, al cotejar estas dos traducciones. Sirvan de muestra los siguientes fragmentos extraídos del capítulo 2 que constituyen pruebas fehacientes de que existen diversas formas de interpretar —o, en su defecto, malinterpretar— y trasladar un mismo texto:
Nótese, en este último ejemplo, que no existe coincidencia a la hora de traducir la palabra «excitement». Con posterioridad, otros traductores de la obra se decantan por otras alternativas, también distintas, al verter el término. Es el caso de Esperanza Guisán (op.cit) que opta por «emoción». Nótese también, la falta de acierto de la traducción en la versión colombiana. 5. Comentario final El interés por conocer y difundir la doctrina utilitarista de John Stuart Mill fue, si atendemos a la celeridad con que se tradujo el opúsculo, mayor en Colombia que en España. En el país hispanoamericano la traducción fue casi coetánea a algunas realizadas en Europa. En nuestro país la traducción se efectuó más de dos décadas después que en el país hispanoamericano –si tenemos en cuenta la publicación del texto en la prensa- y tres décadas después que se publicara la obra originalmente. Aurelino Gónzalez Toledo, responsable de la traducción editada en Colombia, es un liberal comprometido con un proyecto político que lleva a cabo la labor para sustentar con argumentos sus aspiraciones. Por su parte, Antonio Zozaya, el traductor español, es un intelectual también comprometido e íntegro pero más independiente, que siente la necesidad de contribuir al desarrollo del ser humano y al progreso de la sociedad española. Los dos traductores, además de compartir un mismo objetivo, dar a conocer en sus respectivos países la obra de Stuart Mill, El utilitarismo, participaban de otros elementos comunes: ambos se ocuparon de trasladar a nuestro idioma obras escritas originalmente en más de una lengua origen diferente, ambos colaboraron en prensa y ambos publicaron obras originales. Con todo, y de acuerdo con los datos que poseemos, Zozaya sobresalió en cualquiera de las facetas mencionadas pero sobre todo (y de forma especial) en su afán por dar a conocer obras escritas en otros idiomas que han contribuido de forma muy marcada al progreso y al conocimiento de la historia del pensamiento. (La incorporación de la obra que nos ocupa y de otros muchos títulos a su Biblioteca Económico-Filosófica así lo acredita). De manera más modesta, si atendemos al número de traducciones y obras publicadas, pero más sectaria y proselitista, dada su adhesión política, ese mismo afán parece ser compartido por el traductor colombiano. Entendemos que los paratextos de las ediciones están en consonancia con el móvil de la traducción y refuerzan el posicionamiento de los traductores hacia la doctrina. En el caso de la edición colombiana: procurar acercar el texto y valorizar la doctrina; en el caso de la española: dar a conocer la doctrina e enjuiciar algunos aspectos de la misma. En los recursos y los procedimientos traslativos empleados por los traductores se acusan diferencias de interés. A las diferencias estilísticas más o menos apreciables y justificables por las normas que rigen la lengua en ambos continentes, y que no se han estudiado aquí, se suman otras ideológicamente más sustanciales que inciden en la lectura y la comprensión del texto. Dicho de otra forma, predisponernos favorablemente para aprobar la doctrina o, incitarnos a una lectura algo más crítica. El uso de los elementos ortotipográficos (en concreto, el uso de las mayúsculas por parte de González Toledo) se revela determinante para la lectura –apreciación y valoración- del texto. A ello hay que sumar el estilo adoptado por cada traductor, el cual puede tener también una influencia determinante en la interpretación del mensaje que posteriormente haga el lector. La traducción de Zozaya en este sentido, es más ilustrativa ya que el texto del traductor español posee un tono más directo y categórico que aquel del original que se revela, conciliador y comedido y por lo tanto, contribuye en cierto sentido, a nuestro juicio, a alterar el mensaje. Deseamos poner fin a este trabajo con una cita de Bassnett y Tiivedi que Bastin et al. (2004) incorporan en un artículo sobre la historia de la traducción en Hispaoamérica que entendemos conviene no olvidar para una mejor comprensión de esta actividad en America Latina y en otros muchos escenarios:
NOTAS (1) Este trabajo se inscribe en el proyecto de investigación «La traducción de clásicos en su marco editorial: una visión transatlántica» (FFI2013-41743-P) financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad del Gobierno de España (Convocatoria I+D+I 2013). (2) La Enciclopedia Universal Ilustrada Espasa Calpe y los prólogos de un gran número de sus obras han supuesto una fuente de información valiosa. Adicionalmente, las entrevistas que al autor le realizaron José María Carretero Novillo, firmando con el seudónimo de El caballero audaz, y Luis Paul de Conde en marzo de 1917 y agosto de 1938 respectivamente, han sido igualmente válidas. La primera fue publicada en La esfera: ilustración mundial y se puede acceder a través de la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica del Ministerio de Cultura (http://prensahistorica.mcu.es/es/consulta/busqueda.cmd); la segunda apareció la revista quincenal ilustrada Blanco y Negro y está incluida en la página http://www.filosofia.org/hem/193/var/9380815b.htm. (3) Al examinar los paratextos hemos considerado la siguiente reflexión de Kovala (1996): «What is interesting about the paratexts of translations is not their position around the text... but their special role as mediators between the text and the reader and their potential influence on the reader´s reading and reception of the works in question. When studying this role, it is necessary to study the historical and cultural context of this process of mediation as well» (p. 120). (4) Álvarez, Francisco Eustaquio. (Gigante, Tolima 1827-Bogotá, 1897). Abogado, profesor universitario, parlamentario defensor de las ideas liberales y periodista. Fue asiduo colaborador y posteriormente redactor de El Foro. Una breve nota biográfica se puede encontrar en: http://banrepcultural.org/book/export/html/64110. Para obtener información más detallada sobre esta personalidad colombiana remitimos al lector a las páginas escritas por Fernando Mayorga García (2007) como introducción a una nueva edición de la obra Manual de Lógica de Francisco Eustaquio Álvarez bajo el título «El Manual de lógica de un librepensador: Francisco Eustaquio Álvarez». (5) Guisán (2002) en una nota a pie de página que la investigadora incluye en su traducción dice textualmente: «Éste es precisamente, el punto que marca una de las diferenciaciones más tajantes entre Betham Y Mill, introduciendo este último la «calidad» de los placeres» (p. 52). El texto omitido en la versión colombiana debería encontrarse en la página 13, en el lugar señalado por los puntos suspensivos del siguiente fragmento: «pero ellos han podido hacerse cargo de las otras consideraciones colocándose así en un terreno mas elevado sin haber cometido con esto la menos consecuencia... Seria un absurdo computar únicamente la cantidad al tratarse de estimar el placer cuando al considerar todas las cosas no solamente se tiene en cuenta la cantidad sino tambien la calidad». (6) Guisán (2002), haciendo referencia a los términos «right» y «wrong» nos dice en una de las notas que incluye al traducir el texto: Anteriormente, y en lo que sigue del texto, se ha utilizado «correcto» e «incorrecto» como traducción aproximada de right y wrong, respectivamente, términos para los cuales no existen en lengua castellana equivalentes que hagan justicia a sus matices peculiares en contextos morales (p. 50). 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