Desde el siglo XIX, tanto políticos como escritores han imaginado propuestas para una unión política ibérica. En Portugal, por ejemplo, el poeta de las Azores, Antero de Quental, quien en su faceta de activista político fue uno de los fundadores del Partido Socialista Portugués, defendió la creación de una Federación de Repúblicas Democráticas Ibéricas (Quental 1986). Más tarde, en 1945, el movimiento Galeusca en el exilio acordó en Buenos Aires el manifiesto titulado «Sugestiones para un Proyecto de Alianza o de Unión Ibérica con Portugal», cuya constitución se podría materializar, en sus palabras «entre la Confederación Española formada a la manera que concibe Galeuzca [...] y el Estado portugués» (Estévez, 2009: 146-149).
En el plano literario, en el «Manifiesto de Poblet», firmado en 1984 por las asociaciones de escritores catalanes, gallegos y vascos (Associacion de Escritores en Lingua Galega, Euskal Idazleen Elkartea y Associació d’Escriptors en Llengua Catalana), se lograba el «Compromiso firme de establecer relaciones continuadas de intercambio y de acción conjunta entre las literaturas y otras expresiones culturales de Galicia, Euskalerria y los Paisos Catalans»; además de proponer, entre otras cosas, el impulso de «traducciones mutuas, así como becas destinadas a favorecer el intercambio de experiencias culturales». A los encuentros literarios Galeusca han asistido durante un buen número de años todos los agentes que participan en el sistema: autores, editores, traductores, críticos, libreros..., teniendo en cuenta que hasta la llegada de la especialización muchas de estas facetas se solían reunir en una misma persona. Por lo tanto, se trataba a la vez de contactos personales y profesionales, gracias a los cuales se promovieron multitud de proyectos, como colaboraciones entre autores y editoriales, traducciones, coediciones, etcétera. La confluencia de la demanda editorial y las reuniones Galeusca llevaron al establecimiento de un buen número de proyectos editoriales periféricos en común, que desde el punto de vista de un sistema editorial normalizado pueden, sin duda, tildarse de atípicas.
Una de las ideas difundidas por el Romanticismo, que ha llegado al menos hasta el siglo XX, es la del Volksgeist o Espíritu del Pueblo, o, si se prefiere, de la Nación, especialmente expresado a través de la poesía. Esa era la idea que tenía en mente cuando, a la vista de los datos que, contra todo pronóstico, señalaban a la poesía como el género más traducido del catalán al euskera (y el segundo más traducido del gallego), sugerí la hipótesis explicativa de «una especie de hilo invisible que parece conectar las tres naciones y sus literaturas por medio de la poesía» (López Gaseni, 2020: 12). De manera similar, Jordi Julià (participante también del número monográfico de Ínsula) habla de la recepción de los Cantares gallegos, de Rosalía de Castro, como respuesta a unos «anhelos compartidos por diferentes naciones que reivindicaban un sentir diferente y un deseo por expresarse en la lengua propia» (Julià, 2020: 6).
Es evidente, sin embargo, que el interés por la poesía también está respaldado por motivos menos idealistas y más pragmáticos. En primer lugar, la colección de poemas es una pieza literaria autónoma y relativamente breve, lo que hace posible reunir en un solo volumen sus versiones en varias lenguas. Es el caso, por ejemplo, del poemario de Manuel Rivas A desaparición da neve / La desaparició de la neu / Elurraren urtzea / La desaparición de la nieve, publicado en 2009. De forma similar, otras veces se reúne la obra de un buen número de autores igualmente en un solo volumen. Por ejemplo, en la Antoloxía poética/Poesia antología / Antologia poética publicada en 2004 por Galeusca, en la que participan 46 autores con dos poemas cada uno, todos ellos con versiones en las tres lenguas, todo ello en menos de 400 páginas. Es algo que habría sido mucho más difícil con la narrativa, por más breve que fuera, desde el punto de vista del esfuerzo traductor, editorial y, qué duda cabe, económico. En un formato más reducido se publican los frutos de los encuentros «Poetas itinerantes / Itzultzaile ibiltariak», igualmente promovidos por Galeusca, y que reúnen muestras poéticas de media docena de autores en una cincuentena de páginas. Todo ello, por tanto, hace que la presencia de la poesía traducida sea notable. Una última motivación que cabría argumentar para la explicación de la relativa abundancia poética es, aparentemente, más sociológica que literaria. En las épocas en las que nuestras lenguas vernáculas se encontraban excluidas del sistema escolar, la literatura era más un reflejo interior que exterior, por lo que el lenguaje poético prevalecía sobre el lenguaje social, representado literariamente por la novela. Así ha sido al menos en el caso del euskera, lengua que ganó un notable espacio social gracias a su introducción como lengua vehicular en el sistema educativo.
En un repaso cronológico, el primer poema traducido del catalán corrió a cargo de Agustín Zumalabe, y se publicó en 1934, en la obra Poesies Franciscano-Maragallianes, que vio la luz en Barcelona bajo la autoría del filólogo Joaquim Casas-Carbó. Se trata del poema «Del present i del pròxim esdevenidor», con el subtítulo de «Oda: Oh Catalònia! Oh sant Francesc d’Assís!», traducido asimismo a diversas lenguas neolatinas. Se trata de un poema que, con escaso acierto profético, en 1934 auguraba un futuro de paz en el marco de la «Federación europea de mañana (Cases-Carbó, 1934: 26). De hecho, la relevancia de Casas-Carbó es más política que literaria, en la medida que era un defensor de un federalismo al menos iberista, como se muestra en otro poema de este volumen, titulado «L’Espanya sense Portugal» (Cases-Carbó, 1934: 163), que, como explica el autor en una breve introducción, sirvió de colofón a su libro de 1933. El Problema Peninsular, en el que defendía la idea de una Unión Ibérica.
Imagen 1. Poesies Franciscano-Maragallianes (1934), de Joaquim Casas-Carbó
La primera traducción de poesía catalana publicada en el País Vasco fue Catalunya’ko olerkariak [Poetas catalanes], a cargo de Juan Anjel Etxebarria. Publicada en 1967 por San Anton Katekesia, de Bilbao, es una antología de poemas de Jacinto Verdaguer, Joan Maragall y Miquel Costa i Llobera. Reúne un total de 14 poemas en catalán con sus correspondientes traducciones página a página. El traductor de Santzurtzi Juan Anjel (o Jon Gotzon) Etxebarria se euskaldunizó en el seminario de Arteaga, en el valle de Arratia, y fue un prolífico traductor de clásicos griegos y latinos.
Imagen 2. Catalunya’ko olerkariak [Poetas catalanes] (1967), a cargo de Juan Anjel Etxebarria
La siguiente traducción de poesía es la obra bilingüe Dos pobles, un cor. Bi herri bihotz bat, de Eulalia Ferrán i Mora, publicada en 1979 en L’Hospitalet de Llobregat, con traducción del académico Xabier Kintana.
Ya en los años noventa, Koldo Izagirre tradujo una antología de poemas de Joan Salvat-Papasseit, publicada en edición bilingüe por Pamiela en 1995 (Antologiak).
Imagen 3. Antologiak / Antologia (1995), en traducción de Koldo Izagirre
En 1997 se publicó una antología de poetas catalanes a la que me volveré a referir más tarde, Zenbait poeta katalan, volumen número 70 de la colección «Literatura Unibertsala», celebrado por haber sido el primero volumen de poesía de la colección puesta en marcha en 1990 por iniciativa de EIZIE y con la subvención del Departamento de Cultura del Gobierno Vasco. La selección y traducción corrieron a cargo de Gerardo Markuleta.
Llegamos así a la primera década del siglo XXI, en la que en 2004 vio la luz la ya mencionada Antoloxía poética / Poesia antologia / Antologia poética promovida por Galeusca 2009, con Jose Austin Arrieta como encargado de la traducción de la sección catalán-vasco; también en la misma década se publicó la traducción de Juan Ramón Makuso de Casa de Misericòrdia, de Joan Margarit, con el título de Miserikordia etxea.
Imagen 4. Antologia (2004)
Más animada llegó la siguiente década, con la publicación en 2011 de la obra Marta maitea, traducción del poemario Estimada Marta, de Miquel Martí i Pol, en traducción de Joxemari Sestorain; en 2013 vio la luz la antología bilingüe Estellés euskaraz, con traducción de Gerardo Markuleta; traductor que repitió en 2014 con la reedición de la antología anteriormente publicada en la colección de Literatura Universal, ahora con el título (Poeta katalan garaikideak), en la colección (Urrezko Bilduma). Otra antología poética, en este caso de Maria Mercè Marçal, a cargo de Itxaro Borda, fue publicada en 2014 por Susa en «Munduko Poesia Kaierak» (número 2); la misma colección acogió al año siguiente la traducción de poemas de Gabriel Ferrater, a cargo de Aritz Galarraga; y por último, en 2017, la obra bilingüe Haztamuka. Dol i Sol (Denonartean), de Luisa Etxeberria con traducciones de Jon Elordi.
Imagen 5. Estellés euskaraz (2013), en traducción de Gerardo Markuleta
Imagen 6. Antología poética de Maria Mercè Marçal (2014), en traducción de Gerardo Markureta
Todas las enumeradas hasta ahora han sido obras monográficas en papel, pero además encontramos algunas otras traducciones de poemas catalanes en publicaciones on-line, como la antología Poeta ibiltariak / Poetes itinerants, que reúne poemas de los vascos Rikardo Arregi, Iñigo Astiz, Itxaro Borda, trasvasados al catalán por Pau Joan Hernàndez y Maria Colera; y los catalanes Mireia Calafell, Jordi Julià y Jordi Llavina, versionados al euskera por Gerardo Markuleta, y publicada on-line en 2016 por los institutos Etxepare y Ramon Llull. Otro libro on-line es Bertze itsasoaren itzala, traducción del libro de Joan Margarit L’ombra de l’altre mar a cargo de Josu Jimenez Maia, publicada en Booktegi en 2021.
Imagen 7. Zenbait poeta katalan. Antologia [Algunos poetas catalanes] (1997), en traducción de Gerardo Markuleta
Imagen 8. Poeta katalan garaikideak. Antologia [Poetas catalanes contemporáneos] (2014), segunda edición de la antología de Gerardo Markuletaa
Además, podemos encontrar otros muchos poemas en publicaciones periódicas, como el histórico diario Euzkadi; las revistas literarias Egan y Maiatz; revistas culturales como Zeruko Argia y Jakin; publicaciones de asociaciones como Senez y Hegats; el portal https://ekarriak.armiarma.eus/, etcétera.
Si se consideran todos los géneros, Gerardo Markuleta ha sido el artífice más activo en la traducción literaria catalán-euskera (un 17,8% y casi 8 puntos de diferencia respecto de los siguientes traductores). Sin embargo, el margen es mucho mayor en el ámbito poético porque el poeta y traductor de Oñati es responsable del 40% de los títulos publicados.
Por esta razón he querido analizar más profundamente su figura y considerar el amplio corpus de sus contribuciones: las traducciones, los paratextos, la recepción crítica de su trabajo y también otros documentos: entre ellos, las intervenciones públicas en un curso de la Universidad Vasca de Verano (UEU), en junio de 2012 (Markuleta, 2013a), y sus palabras en un recital de poesía en Madrid con motivo del «Any Espriu», en el centenario del poeta de Santa Coloma (Markuleta 2013b).
Gerardo Markuleta nació en la localidad guipuzcoana de Oñati a finales de 1963. De padre euskaldún y madre castellanoparlante, por la época fue a la escuela en exclusivo castellano y, también por el momento histórico, se euskaldunizó en la primera juventud. En la universidad, hizo honor a su linaje mestizo con una licenciatura en Filología Hispánica, en Oviedo, y otra en Filología Vasca, en Vitoria-Gasteiz. Comenzó escribiendo poesía, género que sigue cultivando (seis libros de poemas hasta la fecha, el último en 2015). Su obra también discurre por otros géneros, aunque la traducción literaria es la escritura más frecuentada y la que ha convertido en profesión.
Ha traducido al euskera a autores latinoamericanos, como Julio Cortázar o Eduardo Galeano; franceses, como Françoise Sagan, Michel Houellebecq o Jean Echenoz; catalanes, como Sergi Pàmies o Quim Monzó; y un buen número de poetas como Blas de Otero o Ángel González; entre otros.
Además, durante los últimos años se ha convertido en referente de la traducción de autores vascos al castellano, autores de la talla de Anjel Lertxundi, Kirmen Uribe, Harkaitz Cano, Rikardo Arregi, Karlos Linazasoro, Juan Luis Zabala, etcétera.
Ciñéndonos ahora a su concepción de la poesía, en una de las intervenciones mencionadas (Markuleta, 2013a), afirma que «un buen poema quiere ser al mismo tiempo un artefacto lingüístico, emocional e intelectual, sin olvidar el ritmo, la musicalidad, la comunicación, el humor y la provocación. En un buen poema, el mensaje lo es todo».
Sin embargo, no cree imprescindible que el traductor de poesía sea a su vez poeta, aunque sí debe ser un amante de la poesía y un lector impenitente. (En una mirada al catálogo de traducciones de poesía del catalán al euskera, se puede constatar que una buena parte de los traductores mencionados hasta ahora son poetas, o al menos han publicado poesía). Estas características del traductor literario son extensivas a todos los géneros, si bien, en opinión Markuleta, la lectura habitual de poesía es el antídoto contra el miedo primero a captar y después a traducir sus juegos de palabras, ironías, las referencias culturales y literarias.
Desde el punto de vista de la transferencia, Markuleta considera que la traducción de poesía es una tarea necesaria, ya que sin las referencias de otros lenguajes poéticos más o menos cercanos, la poética propia se debilita y pierde el rumbo.
Con respecto al método o técnica de traducir poesía, constata que, por un lado, si nos atenemos a la literalidad, tenemos la traducción fiel o de sentido, que él llama académica y «ortopédica»; y, en el otro extremo, la traducción con fines literarios, en la que el texto de llegada tiene que ser otro poema. Esta última es su opción, en la que el poema traducido debe funcionar como si fuera autónomo, y la resume en la consigna «un poema a cambio de un poema».
Las cuestiones teóricas como la equivalencia, la imposibilidad de la traducción perfecta, se combinan en su concepción del oficio con reflexiones muy concretas, que revelan la extensa práctica traductora.
Propone, en primer lugar, una lectura atenta a la división en estrofas, a las simetrías, a los aspectos ortotipográficos. También a las posibles anáforas, a los encabalgamientos, a las palabras y expresiones de registros inusuales, a los usos no normativos. Propone igualmente leer, por qué no, traducciones a otras lenguas del poema en cuestión.
En cuanto a la puntuación, recomienda reflejar la puntuación original, sí, pero con cierta laxitud, de forma que la puntuación empleada en la traducción sirva para garantizar la solidez del nuevo texto. Afirma que, por ejemplo, la apertura de incisos ausentes en el original, o el añadido de algún punto y coma, siempre con el cuidado y la coherencia debidos, son para él más una virtud que un pecado.
En el caso de que el poema posea una métrica o rima determinada, hay que decidir en qué punto del eje entre la aceptabilidad y la adecuación nos deseamos situar. En un extremo tendríamos a quienes deciden traducir el poema con rima y metro, afán poco sensato porque incluso tratándose de textos clásicos, el resultado no suele ser satisfactorio. La autoimposición de normas tan estrictas, recuerda Markuleta, obligan a emplear un léxico inusual, la lengua se fuerza en exceso, se aplican decisiones extremas y, en definitiva, resulta muy difícil obtener un resultado atractivo.
Teniendo en cuenta todas estas razones, propone una negociación con el texto, respetando a veces la rima, otras veces la métrica, dependiendo de los casos. En el caso de la rima, es habitual trasladar la rima consonante en asonante. Y en el caso de la métrica, los endecasílabos de las lenguas romances, en euskera, «caben» mejor en alejandrinos. Salvo excepciones, la norma sería no poner en riesgo el acto de comunicación por cuestiones de metro o de rima, si bien es importante tener muy en cuenta los acentos, el ritmo o los hipotéticos juegos sonoros. Volviendo siempre a la premisa inicial: un poema a cambio de otro poema.
En una reflexión sobre su labor como traductor de poesía, dice no tener «datos concretos, pero no parece muy arriesgado afirmar que nadie vive de traducir poesía. La única compensación es el propio resultado de ese difícil trabajo, y el hecho de hacer esos textos accesibles a otros (escasos) lectores. Un poema traducido por uno es, en cierta medida, un poema de uno. Pero ni siquiera en el mejor de los casos es la dicha completa».
Y citando a otro traductor, José Corredor-Matheos, autor y traductor de una estimable antología de poesía catalana contemporánea, Markuleta concluye:
La traducción de poesía, más aún que cualquier otra, plantea problemas insolubles, lo cual constituye uno de sus principales atractivos y es motivo de desdicha, que solo puede mitigarse en parte. La traducción de un poema, o es fiel a la letra, alejándose de lo poético, o se separa de la letra para intentar salvar el espíritu. La traición es, no sólo una sospecha, sino una necesidad: forma parte del ‘oficio’, que en el caso del traductor de poesía es más bien pura ‘devoción’. [...] La traducción de poesía no puede hacerse si no es con la voluntad de ‘hacer’ poesía, arriesgándose por ello a toda clase de errores, con la esperanza de que el conjunto, y los logros parciales, compensen y hagan olvidar esas caídas inevitables» (Markuleta, 2013a: 120).
Gerardo Markuleta trabaja sobre todo con las tres lenguas de los vascos: el euskera, el francés y el castellano. Además, confiesa «atreverse» con el gallego y el catalán, y describe su relación con esta lengua como más libresca que cotidiana, más textual que comunicativa, sin olvidar su adicción a la web Optimot. Consultes lingüístiques (Markuleta, 2013b).
Por último, me gustaría recordar los dos trabajos de traducción que se consideran más importantes.
La antología que, en 1997, se llamó Zenbait poeta katalan. Antologia [Algunos poetas catalanes], y en 2014, Poeta katalan garaikideak. Antologia [Poetas catalanes contemporáneos] une la calidad de las versiones a la cuidada selección de los autores que también le pertenece. El volumen (respaldado por el concurso de adjudicación de traducciones que pone en marcha EIZIE para cada texto) forma parte de la colección de Literatura Universal: una especie de canon con 186 títulos y en la que el traductor que nos ocupa cuenta con otras traducciones, como la de Bonjour, tristesse, de Françoise Sagan, y la de Octaedro, de Julio Cortázar.
Sobre el trabajo de selección de autores y poemas, explicitado en la introducción a Poeta katalan garaikideak. Antologia (VV.AA., 2014), la primera decisión fue la de incluir solamente poetas que no pudieran escribir más poemas. En otras palabras, poetas ya fallecidos, lo que en 1997 dejaba fuera a un buen puñado de poetas que gozaban de buena salud (aunque Joan Brossa falleció un año después). Su segundo criterio fue contar con poetas que hubieran aparecido en otras antologías traducidas a otras lenguas. El resultado fue un grupo de nueve poetas catalanes dispuestos de forma cronológica: Josep Carner, Carles Riba, Josep Vicenç Foix, Joan Salvat-Papasseit, Pere Quart, Salvador Espriu, Joan Vinyoli, Gabriel Ferrater y Vicent Andrés Estellés.
Una vez hecha la selección de autores, la idea de Markuleta, más que una colección de poetas, era componer una colección de poemas, que pudiera ser leída como un poemario al uso. De este modo, los criterios empleados para la selección fueron, como explica el antólogo y traductor en el prólogo de la segunda edición, la brevedad, la claridad, la perfección, y la posibilidad de que el resultado de la traducción fueran textos satisfactorios en euskera. En dos palabras, concluye, «irakurlearen alde» (pensando en el lector). Algo que, por otro lado, es un reflejo de su poética como autor.
Los cambios introducidos en la segunda edición de la antología son, además de las inevitables correcciones y adaptaciones después de diecisiete años, el cambio de título que ahora señala la época de los autores; el prólogo del antólogo y traductor en sustitución del anterior, firmado por Felipe Juaristi; las notas biográficas de los autores; y el añadido de un poema, de Estellés, que compensa la consideración anterior de dos poemas que en realidad eran uno solo.
El resultado final, como resumen, es un volumen bilingüe de 222 páginas, que reúne 73 poemas de nueve poetas catalanes contemporáneos.
En cuanto a la recepción crítica de esta traducción, en el portal armiarma.eus no aparece críticas de la primera edición, pero dos de la segunda. El también poeta Igor Estankona, en el semanario Argia, alaba el trabajo de traducción del oñatiarra, «dota a los poemas de la finura de la traducción libre y sentimental, esa hermosa sobriedad, que solo quien es poeta es capaz de introducir, para no perder la música y el pulso del original». La segunda reseña está firmada por otro poeta, Jose Luis Padron, en el periódico mensual municipal Bilbao, quien repasa la larga trayectoria del traductor y se fija en los aspectos formales de la nueva publicación, el nuevo título, la vistosa portada, el nuevo prólogo, la traducción revisada, para concluir que más allá de reeditarla, nuestro traductor la ha resucitado (Padron, 2014).
La segunda obra más importante de Gerardo Markuleta como traductor de poesía en catalán, y la última a la que me voy a referir hoy, es otra antología bilingüe, en este caso del poeta valenciano Vicent Andrés Estellés (1924-1993). Publicada en 2013 por Llibres Bostezo, la selección de poemas corrió a cargo de Héctor Arnau, que reconoce en el prólogo su falta de neutralidad en la selección, en la que predominan las obras inéditas en el momento de los inicios poéticos de Estellés, obras que define como de brutal sordidez, de extrema amargura existencialista, y de rabia mórbida frente a las diversas represiones, como la dictadura franquista y la prohibición de la lengua. De los 64 poemas que componen la trayectoria del autor entre 1953 y 1978, apenas llegan a media docena los que superan la extensión de una página. Tras el prólogo de Arnau aparece una reseña biográfica del autor, firmada por el traductor vasco. Los poemas que conforman esta antología proceden de veintidós poemarios y, por lo general, son piezas carentes de rima y sin métrica precisa, con excepción de los sonetos blancos del poemario Pedres de foc. El volumen se cierra con un epílogo muy personal del editor, Paco Inclán. Esta publicación tiene la particularidad de que, a diferencia de otras versiones bilingües, tanto los textos como todos los paratextos se presentan en catalán y en euskera.
La recepción de esta obra en el País Vasco se reduce a la reseña de Aritz Galarraga, traductor él mismo de Gabriel Ferrater, en el diario Deia. En el artículo se menciona primero la pujanza de la traducción de poesía en el País Vasco y, a continuación, se sitúa en ese contexto la traducción de los poemas de Estellés como una rareza, por la deliciosa locura de los editores en su empeño en publicar la obra de un autor ya periférico en la periferia. Sin entrar en detalles, habla del buen hacer de Gerardo Markuleta y señala que esta traducción lo confirma como uno de los traductores relevantes entre el catalán y el euskera.
A modo de conclusión, cabe decir que, en el contexto de las traducciones entre las lenguas periféricas del Estado español, me he ceñido a la traducción de un solo género, la poesía, de la lengua catalana a la vasca. En este contexto de traducción, Gerardo Markuleta destaca no solo como el traductor más activo, sino también como un traductor que aplica su propia poética a su trabajo de traslación literaria. Los dos trabajos de traducción más destacados lo confirman como el mediador más importante entre el catalán y el euskera. Y uno de los artífices de las relaciones continuadas de intercambio y de acción conjunta entre las literaturas de Galicia, Euskalerria y los Països Catalans con la que se sueña en el presente y se soñó en el pasado.
(1) Estos apuntes tienen como contexto el Coloquio Internacional Los Estudios Ibéricos desde la Periferia (Universidad de Lisboa, 2018) y el número monográfico de la revista Ínsula (2020): «Harri eta berri: nuevos horizontes de la literatura vasca», donde se alude a Galeusca, llamada también la «Triple Alianza» política nacida hace alrededor de cien años y que devino en encuentros literarios en los años ochenta del siglo pasado. Una versión abreviada de este texto sería leída posteriormente en el seminario «La literatura catalana i les literatures ibèriques: influències, recepció i traducció» organizado por Maria Dasca (Universidad Pompeu Fabra) y Esther Gimeno Ugalde (Universidad de Viena), celebrado en Barcelona en los días 15 y 16 de diciembre de 2022.
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